El
cardenal Andrea Cordero Lanza de Montezemolo, arcipreste de
la basílica, y el arqueólogo Giorgio Filippi,
director de las excavaciones, anunciaron ayer el hallazgo del
sarcófago de San Pablo, sepultado a lo largo de los siglos
por sucesivas elevaciones del pavimento del templo, y protegido
por una voluminosa capa de hormigón que todavía
envuelve la mayor parte de la reliquia.
El Vaticano ha informado sobre el descubrimiento del sarcófago
del San Pablo encontrado tras años de excavaciones arqueológicas
bajo el altar mayor de la basílica romana dedicada al
apóstol, San Pablo de Extramuros.
El descubrimiento es de gran valor arqueológico pero
también para la tradición cristiana, que levantó
la basílica donde se creía que fue enterrado Pablo
pero sin que hasta ahora se tuvieran pruebas ciertas.
‘No hay ninguna duda, el sarcófago encontrado bajo
el suelo de la basílica de San Pablo es el del apóstol’,
confirmó el cardenal Andrea Lanza di Montezemolo.
Los arqueólogos comenzaron sus excavaciones en el año
2002 y sólo el mes pasado pudieron sacar a la luz el
sarcófago, que data al menos del año 390 y que
yacía olvidado entre los estratos de los templos que
fueron construidos uno sobre el otro.
El sarcófago se encontraba justo bajo la inscripción
incompleta 'Paulo apostolo mart' (Pablo apóstol mártir),
visible desde la base del altar. El sarcófago mide 2,55
metros de largo por 1,25 de ancho y 0,97 de altura, y esta cubierto
por una tapa de 30 centímetros de espesor.
Este descubrimiento abre nuevos itinerarios de investigación,
ya que el sarcófago tiene un agujero en la tapa de unos
10 centímetros, tapado en el fondo con un poco de argamasa.
Dicha abertura era una forma usual en aquella época para
establecer una comunicación entre las reliquias y el
altar.
El apóstol Pablo fue martirizado y le cortaron la cabeza
a las afueras de la ciudad de Roma y fue enterrado en la via
Ostiense, según la tradición, en la tumba de la
Matrona Lucilla. El emperador Constantino, a principios del
siglo IV edificó la primera Basílica en torno
a la tumba y en el 390 los tres emperadores posteriores se dedicaron
a la ampliación de la misma. Después de la reconstrucción
de la nave central de la iglesia por el Papa León Magno,
al haber sufrido deterioros después de un terremoto en
el año 433, el sepulcro quedó sepultado. En 1823
la Basílica fue prácticamente destruida por un
incendio y fue reconstruida en 1854, sepultando definitivamente
la tumba. En las excavaciones se han descubierto objetos del
siglo XIX anteriores a la reconstrucción, unas monedas
y parte del marco de una ventana, seguramente perteneciente
al convento de entonces. Los restos del apóstol quedaron
envueltos en el misterio.
Durante el jubileo de 2000, el obispo Marcello Costalunga, entonces
administrador pontificio de la basílica, por la insistente
petición de los peregrinos que querían venerar
las reliquias del apóstol, pidió el permiso de
investigación. En 2002 comenzaron la búsqueda
arqueológica mediante túneles para no dañar
el altar mayor, y es en el 2006 cuando por fin pueden volver
a verse los restos del enterramiento del santo.