El
mural 'Río Juchitán', pintado entre 1953 y 1956,
fue diseñado inicialmente para decorar el jardín
de la casa de Cuernavaca del productor de cine mexicano Santiago
Reachi, socio de Cantinflas y Jacques Gelman en 'Posa Films'.
Cuando la vivienda fue vendida en 1960 al mecenas mexicano Manuel
Suárez y Suárez, creador del Casino de la Selva,
un célebre centro de reunión de intelectuales,
el mural se integró en su patrimonio y fue trasladado
a principios de los ochenta al célebre Hotel de México
de la capital, donde se erige hoy en día el World Trade
Center. Tras el cierre del hotel, el mural fue llevado a un
almacén, hasta hoy.
La particularidad de este mural, explicó la directora
del museo de Cuernavaca, Susan Grilo, es que se cree que es
el único que Diego Rivera realizó con doble cara,
es decir, su composición muestra el anverso y el reverso
de la escena, con lo que el pintor invita al público
caminar a su alrededor. La obra estaba diseñada para
permanecer en un jardín al aire libre y junto a una piscina,
por lo que Rivera la hizo con la técnica del mosaico
veneciano, resistente al agua.
‘El mural es una visual de Río Juchitán,
una llamada al atractivo geográfico y de las mujeres
de la zona del Istmo de Tehuantepec’, en el estado sureño
de Oaxaca, dijo Grilo.
El tema principal de la obra es la relación del ser humano
con el agua y por ello en el mosaico se ve a un grupo de mujeres
realizando actividades cotidianas en el río: lavan ropa,
se asean y bañan a sus hijos. Sin embargo, según
explicó Grilo, ‘este mural no se escapa del carácter
político de todas las obras de Rivera’. En otra
escena se observa a un niño que llega al río acompañado
de un hombre que señala con una mano y toma al chiquillo
con la otra, dos personajes que resultan cualitativamente distintos
de los demás porque usan ropa, sombrero y calzado, no
se mojan en el río y se dirigen fuera del agua.
La representación de dos mundos contrapuestos en una
aparente muestra de la lucha de clases, tema recurrente en la
obra de Rivera.
El mosaico, que mide 1,54 metros de alto por 8,72 metros de
largo, cuenta con un área total trabajada de 26,87 metros
cuadrados, pesa aproximadamente cuatro toneladas y está
valorada en unos dos millones de dólares (millón
y medio de euros). La directora del Centro Cultural Muros reconoció
que no se pueden permitir pagar esa cantidad para hacerse con
el mural y deben conformarse con tenerlo como préstamo
por cinco años renovables, gracias a un acuerdo con la
familia Suárez.
La pintura se colocará en el jardín de la entrada
del museo para que se pueda ver desde la calle, pues ‘así
no se viola el espíritu de Diego y su filosofía
de acercar el arte al pueblo’, dijo Grilo.