En la catedral románica
de Módena, declarada patrimonio de la humanidad, anoche
se abrió la capilla ardiente con miles de personas que
comenzaron a desfilar frente al féretro con los restos
mortales del gran cantante ‘Lucianone’ como lo llamaban
por su enorme figura. La catedral permanecerá abierta
todo el día de hoy para que sus conciudadanos y todos
aquellos que quieran, le den el adiós.
Los funerales del gran tenor tendrán
lugar a las tres de la tarde de mañana, con unas solemnes
exequias que presidirá el arzobispo de Módena.
Pavarotti fue protagonista durante 46
años del mundo de la música. De adolescente cantaba
en el óptimo coro de Módena que dirigía
su padre, panadero, quien según muchos tenía una
voz magnífica, pero que nunca quiso ser un tenor profesional.
Luciano estudió canto y debutó en 1961 en un teatro
de la cercana ciudad de Reggio Emilia en el papel de Rodolfo
en La Boheme.
En 1990, a raíz del campeonato
Mundial de fútbol que se jugó en Roma en 1990,
Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras inauguraron
la larga era de los Tres Tenores. Fueron famosísimos
y vendieron millones de discos, la popularidad que alcanzarón
no tenía precedentes en el mundo de la lírica.
Por esto fueron criticados, pero Luciano se sentía orgulloso
de llevar la mejor música al pueblo simple, en primer
lugar porque él venía de una familia humilde.
En febrero de 2006 cantó ‘Nessun dorma’ (que
concluye con el célebre ‘Vinceró!’),
en las Olimpíadas de Invierno celebradas en Turín.
Fue su adiós, ya que en julio debía iniciar una
gira mundial cuando los médicos le descubrieron el tumor
en el páncreas que le quitó la vida ayer.
El tenor fue ingresado por una infección
pulmonar el 8 de agosto en el Hospital Policlínico de
Módena y salió el 25 de agosto. Desde entonces,
un equipo médico le cuidó en su domicilio.
Son muchos los premios que recibió
a lo largo de su fructífera carrera, el último
lo recibía el pasado martes del Gobierno italiano, el
Premio Excelencia en la Cultura de Italia.