Baudrillard,
publicó medio centenar de obras, muchas traducidas al
español, como ‘América’, ‘El
crimen perfecto’ y ‘La guerra del Golfo no ha tenido
lugar’.
Egresado de filología germánica de la Sorbona
de París y traductor de Bertold Brecht, Baudrillard refutó
el pensamiento científico tradicional y basó su
filosofía en el concepto de virtualidad del mundo aparente.
Además de atacar a la sociedad de consumo y considerar
a las masas como cómplices de esa situación, desarrolló
en las últimas décadas una crítica radical
contra los medios de comunicación: era apasionado de
la fotografía, pero crítico voraz de la imagen
tridimensional.
Nació el 20 de julio de 1929 en el seno de una familia
de campesinos en Reims y estudió filología germánica.
Tradujo a Karl Marx, Bertolt Brecht y Peter Weiss al francés
y en 1966 aceptó un puesto de docente en la Universidad
de Nanterre, cerca de París, donde tuvo un papel activo
en los hechos de mayo del 68.
Frente al mundo posmoderno, advirtió que no había
realidad, no había historia, sino un simulacro de la
realidad. Opinaba que los medios de comunicación eran
los constructores ideológicos de la realidad virtual,
de la ilusión radical que niega la realidad real. Crítico
de la sociedad estadounidense, aseguraba que en ese país
la autenticidad había sido reemplazada por la copia.
Antes de que se iniciara la Guerra del Golfo (1990), predijo
que dicha guerra no ocurriría. Después de ésta,
proclamó haber estado en lo cierto: planteó que
la realidad de la guerra, en la que la gente se enfrentaba una
a otra hasta la muerte, había sido reemplazada por una
copia de ésta, donde no existió ninguna lucha,
ya que llegó al mundo por la televisión.
De visita en México en septiembre de 2001, tras los atentados
contra las torres gemelas, afirmó que el siglo XX vio
todo tipo de crimen, pero que el crimen perfecto había
sido caer en la banalidad. Criticó la televisión
por comercializar la imagen para convertir a los eventos en
un conjunto de fantasmas forzados por la visibilidad indiscriminada.
‘Cuando ya lo vimos todo, necesitamos ver lo que ocurre
en un mundo cerrado, en un mundo virtual, en donde sólo
existe un zombie con un vínculo umbilical de su propia
imagen’.
Su filosofía de vida le llevó a decir: ‘¿Qué
significa libertad? Que tengamos la elección de comprar
un coche u otro. Es una libertad aparente’. Para Baudrillard,
la libertad del consumidor era sólo una apariencia. El
mundo hiperreal de la seducción manipula a sus clientes,
afirmaba. Y le parecía también ridículo
y preso de símbolos el reclamo de la izquierda de querer
cambiar el mundo.