El
viceministro de Cultura, Pablo Groux, el director de la Unidad
Nacional de Arqueología (UNAR), Javier Escalante, y el
alcalde del municipio de Tiahuanaco, Lino Condori, presentaron
el entierro como uno de los hallazgos ‘más significativos’
producido en veinte años en esa zona. Según Escalante,
los restos parecen ser los de un joven de entre 18 y 20 años,
que posiblemente vivió hace 1.000 años. Agregó
que probablemente formaba parte de la elite de Tiahuanaco, como
sacerdote u otro tipo de líder, porque llevaba una diadema
y una pechera de oro y fue enterrado con vasijas y una llama
al lado. Lo curioso, para Escalante, es que la tumba puede calificarse
de ‘intrusiva’ porque fue colocada sobre la cima
de la pirámide de Akapana, apuntando hacia el norte,
en una época en que esa ‘estructura tiahuanacota
estaba en desuso’.
Akapana es un edificio religioso precolombino levantado en una
superficie de 194 por 194 metros, uno de los más extensos
de su tipo en América, compuesto de siete plataformas,
aunque fue devastado hace siglos para saquear sus tesoros.
El arqueólogo Roger Cossío, que hizo el descubrimiento
el pasado 29 de abril, explicó hoy a los periodistas
que la diadema pesa 2,9 gramos y tiene una forma circular, y
el pectoral 12,2 gramos, con una figura antropomorfa con ceja,
nariz y boca.
Además, la personalidad estaba enterrada en una posición
fetal, con las piernas apoyadas en el pecho.
Según Cossío, esta ‘autoridad tihuanacota
podría tener más de 1.000 años de antigüedad’
y su presencia en el lugar puede ilustrar una época en
la que se dejó de usar el patio principal de Akapana,
porque los restos estaban enterrados en el límite de
la cima del edificio. Sostuvo que los descubrimientos en la
pirámide pueden dar mucha información sobre la
conducta social de la gente que vivió en Tiahuanaco.
Los investigadores bolivianos creen que debajo de la plataforma
de tierra, donde fueron encontrados los restos, pueden haber
nuevos hallazgos ya que Akapana era el principal monumento religioso
de Tiahuanaco, cultura precolombina que floreció aproximadamente
entre el 1.500 antes de Cristo y el 1.172 de nuestra era.
La reconstrucción de Akapana comenzó hace tres
años y necesita un presupuesto de más de tres
millones de dólares, de los que las autoridades de arqueología
consiguieron de inicio unos 200.000 dólares para financiar
las primeras obras.