El
proyecto general de conservación que comenzó a
finales de 2006 ha devuelto el brillo al Templo Mayor de la
gran pirámide, así como a una subestructura interna
en donde hay dos reliquias mayas, un chac mool (escultura de
un dios) y un jaguar, que se encuentran en buen estado.
La restauradora Claudia García Solís pasó
más de dos meses limpiando cada centímetro cuadrado
de piedra, removiendo el musgo que se había asentado
sobre las esculturas y aplicando materiales en las juntas que
el tiempo había deshecho. Según comentó,
‘se trata de devolverle el brillo original a cada escultura,
sin interceder con materiales nuevos. Son esculturas o relieves
que tienen cientos de años, y así deben ser apreciados’.
El director de la zona arqueológica Chichén Itzá,
Eduardo Pérez, ha dicho que el continuo fluir de personas
que cada año visitan este sitio y la rigurosidad del
clima tropical de la península de Yucatán habían
dejado sus huellas sobre estos vestigios mayas.
Las formaciones de piedra caliza se resienten de manera particular
del calor, la humedad y los vientos de la zona, y la conservación
es la única forma de no perder ese tesoro maya. El trabajo,
que exige paciencia y minuciosidad, comenzó en el Templo
Mayor, una impactante estructura cuadrada de cinco metros de
alto asentada sobre la pirámide principal, que está
compuesto por un vestíbulo de tres entradas con dos columnas
serpentinas que forman el pórtico central.
El Templo Mayor se ubica sobre la estructura principal de la
zona arqueológica de Chichén Itza, conocida como
El Castillo o pirámide de Kukulcan, que es una gran pirámide
de 55,5 metros por cada uno de sus cuatro lados, y con una altura
de 25 metros. La pirámide tiene en cada uno de sus lados
amplias escalinatas que conducen al templo. La más importante
es la escalera norte, donde se observa cada año, en el
equinoccio, un impresionante fenómeno astronómico:
el descenso a tierra de una serpiente que se forma con la sombra
del borde de la pirámide. Pero esta impactante estructura
cuenta, además, con una subestructura sobre la que se
sostiene, y que también necesitaba restauración.
El proceso de restauración incluyó también
la limpieza y consolidación de cada uno de los cuatro
lados de la pirámide, así como de las esculturas
que tiene adosadas, como las cabezas de serpiente emplumadas
de la escalera norte. Recuperado el brillo de sus principales
esculturas, relieves y templos, Chichen Itza está en
óptimas condiciones para recibir diariamente a 5.000
turistas.
Ese número puede llegar a 13.000 durante el equinoccio,
cuando se produce una de las más impactantes demostraciones
de la sabiduría maya con el fenómeno visual por
el que parece descender una serpiente por la escalera. Chichén
Itzá es uno de los sitios que opta a estar entre las
siete nuevas maravillas del mundo en un concurso que se realiza
vía Internet y cuyo resultado se conocerá en julio.