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El dibujante belga Georges Rémi, Hergé, consagrado universalmente gracias a Tintín, el personaje que creó en 1929, habría cumplido cien años ayer.
Padre del depurado estilo de la 'línea clara', este maestro del cómic evolucionó desde su radical conservadurismo católico (comienza trabajando para un periódico católico, ‘Le 20ème siècle’, considerado muy de derechas) a posturas más tolerantes, abonando una leyenda negra que salpicó al dibujante y al personaje. Un Tintín que recorrió los grandes acontecimientos de un siglo tan convulso como el XX. Nacía asqueándose de la 'mentira soviética' y se despedía de sus lectores simpatizando con la guerrilla sudamericana, luciendo el anagrama de la paz y practicando el yoga.
Desde la muerte de su creador hace 24 años, en su Bruselas natal, debido a una leucemia, la veintena de aventuras de Tintín han seguido vendiéndose a razón de tres millones de ejemplares al año. Pronto también tendrá su película, que estará realizada por Steven Spielberg y Peter Jackson.
Más de 250 millones de ejemplares de las aventuras de Tintín se han vendido en todo el mundo en los 77 años de existencia del personaje. Han sido traducidas a sesenta lenguas, incluidas el tahitiano y el esperanto, además del japonés, y sigue siendo la base de una próspera industria. El Centro Georges Pompidou inició el año del centenario con una gran exposición en París, adelantándose a Bélgica, que tendrá su museo Hergé en 2009, en la localidad de Lovaina la Nueva, a 30 kilómetros de Bruselas.
Georges Prosper Rémi nació el 22 de mayo de 1907 en Etterbeek, un suburbio de Bruselas. Sus padres fueron un tendero y una ama de casa. El 10 de enero de 1929, Hergé publicó en un rotativo belga las viñetas inaugurales de la serie: ‘Tintín en el país de los sóviets’. Era la primera aventura del arrojado reportero del mechón pelirrojo y los bombachos. El ‘Petit Vingtième’ que acogió sus dibujos era el suplemento juvenil del diario ultracatólico dirigido por el abad Norbert Wallez, destacado antisemita y admirador de Mussolini que encargó a Hergé el suplemento. Murió Hergé sin liberarse del todo de su leyenda negra. Desde la izquierda francesa se le llegó a tildar de antisemita y filonazi, aunque con la atenuante de ser ‘un maravilloso forjador de sueños’. Colaborador de publicaciones fascistas y germanófilas, tras la liberación de Bélgica es evidente que sus guiones evolucionaron hacia una cada vez mayor tolerancia.