El
próximo domingo se inaugurará en Barcelona el
Parque Central del Poblenou.
El parque supone un cambio radical en la concepción que
se ha ido imponiendo en Barcelona con las plazas duras, a excepción
del parque de Diagonal Mar, de Enric Miralles. El parque de
Poblenou es, una explosión de colores y vegetación.
Persigue una frondosidad que lleve al paseante a espacios singulares,
como cabañas, una isla y un cráter pasando por
una sala hipóstila que conforma la disposición
de los árboles. Es una combinación de especies
y vegetación que da sombra en verano y que en invierno
deja pasar el calor del sol.
El Parque está formado por tres grandes manzanas de terreno
delimitadas por la avenida Diagonal y las calles Marruecos y
Bac de Roda, atravesadas a su vez por las calles Espronceda
y Cristóbal de Moura, cuyo tráfico estará
‘pacificado’ visualmente por medio de unas cubiertas
vegetales.
El recinto salido del taller de Jean Nouvel ha sido ideado como
un gran jardín de sombras, envuelto por un frondoso perímetro
vegetal, lleno de buganvillas y flores, que albergarán
en su interior un millar de árboles.
Con el paso del tiempo, cuando el manto vegetal vaya creciendo,
se formará ‘un gran techo verde’ que generará
los contrastes de luces y sombras que ‘jugarán
con las estaciones’ por medio de los colores de esta vegetación.
El parque se encuentra a pocos metros de la espectacular torre
Agbar, uno de los símbolos de la nueva Barcelona, obra
también de este arquitecto francés, para quien
el nuevo recinto verde del Poblenou será un ‘lugar
misterioso’ dotado de una especial ‘singularidad’.
Para ello, el arquitecto ha elegido una serie de elementos temáticos
con los que crear ‘un universo de relajación’,
espacios inspirados en la orografía y en la naturaleza,
como ‘ramos de flores gigantes’, formados por grupos
de árboles, o los ‘nidos y pozos de cielo’,
unas zonas de luz tamizada destinadas al reposo.
También se repartirán por el parque las ‘cabañas
bajo la lluvia’, construidas con cuerdas y acero, o un
cráter excavado bajo el nivel del suelo, donde se situará
el llamado ‘pozo del mundo’.
El arquitecto también ha dejado un hueco para la tradición
local, como la forja utilizada en algunos puntos del recinto,
o la Plaza de la Sardana, un área circular de 32 metros
de diámetro.
En el interior del parque (que dispondrá también
elementos más prosaicos como pistas de petanca, mesas
de pimpón, aparcamientos para bicicletas o un área
para perros) se recuperará además la nave de la
antigua fábrica de la empresa Oliva Artés, que
albergará la nueva sede del Colegio de Arquitectos de
Cataluña.