La razón de que un monumento
de esta categoría y dimensiones hubiera estado oculto
durante siglos, está en que se trata de uno de los escasos
sectores de la ciudad ocupado de forma ininterrumpida hasta
nuestros días, de forma que su fisonomía original
quedó oculta con el paso del tiempo. Ejemplo de esa ocupación
es la superposición parcial de la Catedral Vieja sobre
la parte superior del Teatro Romano, una de las mayores singularidades
de este conjunto arqueológico.
En su puesta en valor, ha primado la recuperación del
teatro como un monumento visitable que se devuelve a la sociedad
para su contemplación y disfrute en sí mismo,
y como transmisor de las señas de identidad de la Cartagena
Romana. La restauración ha seguido unos criterios básicos
orientados principalmente a una mejor comprensión del
monumento para los visitantes, por lo que ha sido necesario
reponer con obra nueva aquellos restos del graderío que
habían desaparecido por completo, sin alterar en ningún
momento la fisonomía original, mientras que se han consolidado
la obra original que se había conservado. Por último,
se ha realizado una reposición de los accesos para garantizar
la visita y recorrido en el interior del edificio, y se ha restituido
parcialmente la fachada escénica integrando elementos
originales
Los trabajos emprendidos en 1988 no terminan con la restauración
del edificio teatral y de la porticus post scaenam sino que
contempla, también, la integración de los restos
en el tejido urbano, su adecuada conservación y exposición
con fines didácticos y culturales, así como la
construcción de un museo monográfico y un centro
de investigación anexo. De manera que la actuación
en el monumento ha llevado parejo el desarrollo del proyecto
integral realizado por el arquitecto Rafael Moneo.
En pocos días desde que abriese sus puertas al público,
el teatro ya ha recibido 13.000 visitas.