Edificada sobre una colina
en el centro de Atenas, una ciudad de unos 4 millones de habitantes,
la Acrópolis ha caído presa de una fina capa de
costra negra a causa de los gases de los automóviles,
la polución industrial, lluvia ácida e incendios.
Un grupo de ingenieros griegos y restauradores están
utilizando un innovador sistema láser para limpiar la
superficie de estos antiguos monumentos, descubriendo colores
y decoraciones escondidos durante décadas.
‘Es muy serio’, aseguró Maria Ioannidou,
directora del Servicio de Restauración de la Acrópolis,
sobre la polución. ‘Destruye detalles esculturales,
estructurales y las pinturas. Uno de nuestros principales objetivos
es recuperar estos detalles utilizando nueva tecnología’,
añadió.
Durante años, el equipo probó 40 métodos
diferentes, incluidos procesos mecánicos y químicos,
para hallar la solución más segura para restaurar
el blanco de los mármoles sin perder detalles. El ganador
fue la creación de la Fundación de Estudio y Tecnología
de Creta, que elaboró un sistema que utiliza dos rayos
láser infrarrojo y ultravioleta simultáneamente.
Estos rayos se habían utilizado por separado para limpiar
el antiguo mármol, pero uno dejaba un matiz amarillo
mientras el otro uno gris. El nuevo sistema destruye las capas
de polvo negro dejando intacto los detalles del mármol,
sin decolorarlos, aunque sigue siendo un proceso de gran riesgo.
‘Si se remueve algo, no se puede volver a colocar por
lo que debemos estar absolutamente seguros de remover contaminantes
y dejar toda la información en la superficie original’,
dijo Evi Papaconstantinou, ingeniero químico a cargo
del equipo. El sistema fue utilizado primero en las esculturas
del friso oeste del Partenón en 2004. Ahora, el equipo
comenzó una segunda operación en la galería
de las Cariátides, donde además de la polución
los científicos deben eliminar el hollín de los
incendios y los errores de restauradores pasados que intentaron
arreglar el techo con cemento.
Una gran parte de los edificios arquitectónicos de que
consta la Acrópolis se edificaron durante la época
de Pericles (499-429 a. C.). La plataforma estaba rodeada por
una muralla construida por los pelasgos, que sustituyó
otra anterior más primitiva; más tarde se construyó
un templo, el Hecatompedón, que fue destruido por el
rey persa Jerjes I. Sobre estas ruinas Pericles levantó
el Partenón junto con el resto de los edificios repartidos
por toda la montaña. Todos llegaron en bastante buen
estado hasta el siglo XVI, cuando a causa de la dominación
otomana el Partenón se convirtió en mezquita,
el Erecteion en harén y los Propileos en polvorín.
Durante el asedio de Atenas del año 1687, los venecianos,
bajo el mandato del general Francesco Morosini, hicieron grandes
destrozos con sus bombardeos, un golpe de mortero destruyó
en parte el Partenón, ya que los musulmanes lo utilizaban
como polvorín, fue en aquella ocasión cuando se
derrumbó el techo del templo, repartiéndose como
botín parte de los tesoros artísticos de la Acrópolis.
A principios del siglo XIX, lord Elgin trasladó restos
de las esculturas del Partenón al Museo Británico
de Londres.