Eilat Mazar, de la Universidad
Hebrea, sostiene que un corredor natural que ha descubierto
en la ‘Ciudad de David’ es el canal que aparece
mencionado en el Segundo Libro del profeta Samuel y que ha creado
la opinión de que sirvió al rey bíblico
para tomar Jerusalén. ‘Todo el que hiera a los
jebuseos, suba por el canal’, dice ese libro en su capítulo
5, en el que se narra la conquista de la ciudad por el rey y
que concluye: ‘David moró en la fortaleza, y le
puso por nombre la Ciudad de David’.
Mazar considera que el canal descubierto es al que se alude
en ese libro pero tiene reservas sobre si realmente sirvió
para invadir la ciudad, y le atribuye únicamente funciones
de purificación espiritual. Para ella, el versículo
de Samuel hace alusión al uso del canal sólo después
de la conquista de la ciudad por los israelitas. Afirma que
la Biblia relata que los soldados de David tuvieron que luchar
contra guardianes ‘ciegos y cojos’ y que, al hacerlo,
según las normas de la época, se consideraban
‘impuros’, por lo cual se purificaron con las aguas
del manantial.
Su interpretación se basa en la lectura que da al verbo
‘tocar’, que aparece en la versión hebrea
de la Biblia, y que según la experta era generalmente
usado en contextos de purificación espiritual.
Hasta ahora se creía que el ‘canal’ mencionado
en Samuel era uno de los pozos descubiertos por el explorador
británico Charles Warren en el siglo XIX, pero recientes
descubrimientos han descartado esta teoría.
Esta arqueóloga, nieta del famoso investigador Biniamín
Mazar, que a finales de los sesenta dejó al descubierto
grandes partes de la Jerusalén de la época del
Segundo Templo (siglos VI a.C. a II d.C.), reveló que
llegó al corredor subterráneo el pasado invierno,
después de una nevada. Desde entonces, ‘hemos estudiado
unos cincuenta metros del túnel y tiene dimensiones suficientes
para el paso de personas’, asegura.
El itinerario corre de norte a sur por el exterior de las murallas
de la ciudad de David, el yacimiento arqueológico más
antiguo de la zona. Parte de un lugar próximo al Templo,
y se prolonga por debajo de un edificio construido más
tarde, y que Mazar identifica con el Palacio de David. Durante
su reinado y después de éste, el manantial alimentó
una piscina que había en la parte sureste del palacio.
Restos de lámparas de aceite hallados en los estratos
interiores demuestran que cinco siglos después fue utilizado
como vía de escape por los habitantes de Jerusalén
tras la caída de la ciudad en manos del monarca babilonio
Nabucodonosor, alrededor del 586 a.C. ‘Desde entonces
el canal cayó en el olvido, hasta que lo hemos vuelto
a descubrir nosotros’, sostiene.
A diferencia de su abuelo, Eilat Mazar centra su investigación
en la época del Primer Templo, entre el siglo X y el
VI a.C.