Uno de los dos sarcófagos
tardorromanos descubiertos el pasado verano en Arroyomolinos
(Madrid, España) fue extraído hace unos días
del mausoleo subterráneo donde se hallaba depositado
desde hace 1.600 años. En su interior se encontró
un niño de poca edad. Sus restos están siendo
analizados por Cristina de Haro, anatomopatóloga perteneciente
al equipo formado in situ por la Dirección General de
Patrimonio de la Consejería de Cultura de la Comunidad
de Madrid y al que pertenece el arqueólogo responsable
de esta actuación, Luís Fernández.
Mientras los restos del infante permanecen en laboratorios del
Gobierno regional, el recipiente que los alojaba, un sarcófago
de unos 100 kilos de peso y 1,30 metros de longitud, por 40
centímetros de anchura y medio metro de espesor, en plomo
muy erosionado en su parte inferior, fue enviado a la sede del
Museo Arqueológico Regional en Alcalá de Henares.
Allí, un equipo de facultativos examinó el ataúd,
que presenta la particularidad de tener en las tapas de ambos
extremos sendas cruces de brazos iguales, rematados en sus extremos
por otros tantos prismas. Ello lleva a los arqueólogos
a datar el hallazgo en torno al siglo V de nuestra era, ya que
fue a partir de entonces cuando se generalizó el uso
de emblemas cristianos en los enterramientos.
Según Soledad Gil, arqueóloga que ha asistido
a las tareas de extracción de este sepulcro infantil,
en el mausoleo de Arroyomolinos permanece aún enterrado
otro sarcófago. Otras fuentes informan de que el peso
de este otro ataúd metálico es de unos 800 kilos
de peso, igualmente fabricado en plomo, en el que se sabe que
se encuentran más restos y se presume que contiene huesos
de un adulto. Entre uno y otro sarcófago se han hallado
restos de entre seis y siete difuntos más.
El mausoleo se encuentra situado en una explanada a la entrada
de Arroyomolinos por el este.
El panteón formaba parte de un conjunto más amplio.
Su propio porte permite a los arqueólogos deducir que
pudo tratarse del panteón de un patricio, pater familias
local. Se trata del primer hallazgo de estas características
encontrado en la región de Madrid, donde los enterramientos
romanos son altamente infrecuentes. Alcalá de Henares
es quizá el enclave regional con mayor presencia de vestigios
romanos, que también se encuentran en Valdetorres del
Jarama, Titulcia, Villamanta, Cenicientos y San Lorenzo de El
Escorial. Los hallazgos de restos procedentes de la etapa romana,
que son tardíos respecto a los iniciales hallados en
España a partir de 218 antes de Cristo, en el centro
de la Península suelen encontrarse en las riberas de
los ríos. En concreto este yacimiento se halla situado
a escasa distancia de un río que riega la zona.