La que podría ser la
momia de Sesheshet, de 4.300 años, está extremadamente
ajada, nada que ver con los restos hallados de sus congéneres
del Imperio Nuevo, y ha aparecido en la cámara funeraria
de la pequeña pirámide de la misma reina cuyo
descubrimiento fue anunciado en noviembre por el propio Hawass.
Sesheshet no es una reina célebre, es decir, no es una
Nefertiti ni una Nefertari, pero se cree que jugó un
papel importante en el paso de la V a la VI dinastía
del Imperio Antiguo al otorgar de alguna manera legitimidad
a su hijo, el faraón Teti, primer rey de la nueva dinastía.
Teti (2300-2211 a.C.), del que sólo se halló en
su pirámide un brazo momificado, sucedió a Unas,
último faraón de la dinastía V, considerada
la pariente pobre de la esplendorosa IV dinastía, la
de Keops, Kefrén y Micerinos.
Hay pocas evidencias históricas sobre Sesheshet: se la
menciona como ‘Madre de Rey’ en la tumba del visir
Mehu y, sobre todo, como madre de Teti, en un pasaje sobre la
calvicie en el papiro médico Ebers, lo que no deja de
ser curioso.
La momia estaba depositada en un sarcófago, cuya apertura
precisó de cinco horas de trabajo ya que la tapa pesaba
unos 6 mil kilos, pero los descubridores no mencionan inscripción
alguna. La pequeña cámara en que se hallaba la
momia había sido saqueada pese a estar sellada la entrada
con dos grandes piedras de granito: los ladrones entraron por
un agujero practicado por arriba. Sin embargo, se han encontrado
fundas doradas para los dedos momificados.
La pirámide derruida, que se encuentra junto a la de
Teti fue excavada por primera vez en noviembre pasado. Originalmente
tenía unos 15 metros de alto. Los expertos creen que
la construcción fue reutilizada en una época posterior
como lugar de enterramiento.
El trabajo que se está haciendo en Saqqara ha de servir
para aumentar los conocimientos sobre esta etapa, menos considerada
que otras del Antiguo Egipto.