El yacimiento donde ha aparecido
la gema lleva siendo estudiado desde hace treinta años.
La ciudad de Dor fue fundada alrededor del año 2000 a.C.
ha estado bajo el poder de cananeos, pueblos del mar, israelitas,
fenicios, persas, asirios, griegos y romanos, sobrevivió
tres mil años. Fue el epicentro de las actividades portuarias
en la región hasta la fundación de la vecina Cesarea
por Herodes en el siglo I, y se convirtió en corazón
de la dominación helenística desde que Alejandro
Magno llegó en el 332 a.C.
La ciudad, conocida por griegos y romanos como Dora, volvería
al control de los israelitas en la época del monarca
asmoneo Alejandro Janeo, alrededor del 100 a.C.
La piedra es de menos de un centímetro de alto, sin embargo
tal como ha explicado la arqueóloga Ayelet Gilboa, de
la Universidad de Haifa en Israel, ‘el tallador fue capaz
de imprimir el rostro de Alejandro sin omitir ningún
rasgo, el emperador aparece con un talante joven y fuerte, con
una marcada barbilla, la nariz recta y un largo y rizado pelo
sujetado por una diadema’.
La pieza ha sorprendido a los especialistas, ya que hasta ahora
se creía que la presencia cultural griega en la Judea
de la época, era de poca importancia, es decir que en
principio estaba considerada una zona periférica de la
civilización helenista. Gilboa explica que ‘los
artistas eran generalmente empleados por conocidas familias
griegas en capitales como Alejandría en Egipto y Seleucia
en Siria’, por lo que para ella ‘este descubrimiento
prueba que la elite local en centros de segunda importancia
también apreciaba objetos de arte y podía incluso
pagarlos’.
El hallazgo también es de gran importancia porque la
pieza ha sido extraída en excavaciones científicas
que ayudan a determinar su origen y antigüedad, porque
la mayoría de los retratos de Alejandro Magno descubiertos
hasta ahora tienen un origen desconocido.