‘Hablar de Doris Salcedo
es hablar de una escultura que trasmite lo que su país,
así como otros del tercer mundo, padecen, la violencia
y la tragedia llevada hasta límites insospechados. Desde
aquella serie de zapatos metidos tras un velo de piel que aludían
a los asesinados y al dolor de las gentes de Colombia hasta
los muebles encementados que llegamos a ver en exposiciones
como ‘Cocido y Crudo’ (en el MNCARS en 1994). Es
recordar una montaña de sillas de las que eliminó
su naturaleza familiar y las dotó de un aire de malestar
y horror y las empotró en un callejón. También
es la grieta enorme que abrió en el suelo de la sala
de Turbinas de la Tate Britain londinense y que tanta polémica
levantó. Aquel inmenso resquebrajamiento que como ella
misma dijo‘ejemplificaba ese espacio negativo que ocupan
los seres del tercer mundo, al que yo pertenezco. Cuando llegué
a un lugar que era uno de los grandes centros de creación
me surgieron preguntas sobre la relación entre el tercer
mundo y el primero. Creo que aportamos bastante’. Es por
todo ello por la que esta artista colombiana merecía
ser premiada con este galardón.
El jurado presidido por Ángeles Albert, directora general
de Bellas Artes y Bienes Culturales, y compuesto por Antoni
Muntadas, Premio Velázquez de las Artes Plásticas
2009; Marina Núñez, artista, designada por la
Unión de Asociaciones de Artistas Visuales (UAAV); Víctor
Hugo Becerra, director del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez
de Zacatecas (México), y Silvia Lindner, directora del
Museo Würth de La Rioja, designados por la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando; Alfred Pácquement, director
del Musée D’art Moderne, Centre Georges Pompidou
de París, y Vasif Kortun, director de la Platform Garanti
de Estambul, designados por la Asociación de Directores
de Arte Contemporáneo de España (ADACE); Montserrat
Badía y José Luis Brea Cobo, críticos de
arte, designados por el Instituto de Arte Contemporáneo
(IAC), y cuya secretaria ha sido Elena Hernando, subdirectora
general de Promoción de las Bellas Artes, ha querido
reconocer ‘la madurez de su trayectoria y la calidad de
su obra’. Además, también se ha tenido en
cuenta ‘su importancia determinante en la apertura a la
escena internacional del quehacer de una nueva generación
de artistas en Latinoamérica, así como el rigor
de su propuesta, tanto en la dimensión formal como en
cuanto a su compromiso social y político’. Con
la elección de esta artista colombiana, se afirma en
el acta del jurado, ‘se concede al Premio Velázquez
un carácter abierto a un trabajo sólido y vivo,
con plena pujanza en la contemporaneidad’.
Doris Salcedo estudió Bellas Artes en
la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá y cursó
estudios de postgrado en la Universidad de Nueva York (1984).
Entre 1987 y 1988 dirigió la Escuela de Artes Plásticas
del Instituto de Bellas Artes de Cali. Ha sido becada por la
Fundación Guggenheim y Penny Mc.Call.
Su creación gira en torno al grave problema de la violencia
en Colombia y a su devastadora incidencia sobre el tejido social.
Salcedo viaja a las zonas más deprimidas de su país
y habla con las familias de los asesinados, incorporando estos
testimonios a sus obras, ya sea directa o indirectamente. Utiliza
a menudo muebles en sus esculturas, eliminando su naturaleza
familiar y dándoles un aire de malestar y horror.
Salcedo es una de las artistas colombianas más importantes
en la escena contemporánea internacional. Sus obras han
sido expuestas en el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York,
en la Tate Modern de Londres, en el Centro Pompidou de París,
en el Art Institute de Chicago y en el Museo Nacional Centro
de Arte Reina Sofía en Madrid, entre otros.