Los restos, un fragmento de
la parte frontal del cráneo, dos piezas de la mandíbula,
un fémur y parte del sacro, fueron mostrados en Rávena,
una ciudad del norte de Italia donde se realizaron la mayoría
de los análisis.
El profesor Silvano Vincenti, responsable de la investigación,
explicó que todos los indicios apuntan a que el pintor
padecía neurosífilis, una forma de sífilis
con efectos sobre la memoria y que puede provocar delirios,
además de saturnismo, enfermedad que afectaba a muchos
pintores de la época, debido a la asimilación
de los pigmentos del plomo. Estas dos enfermedades debilitaron
el organismo de Caravaggio quien en estas condiciones no pudo
superar el verano de 1610 cuando se registraron las temperaturas
más elevadas de los últimos treinta años
de la época y murió, dijo Vincenti.
Su cuerpo fue sepultado en el antiguo cementerio de San Sebastián
en la localidad de Porto Ercole, una pequeña ciudad costera
de la toscana a la que fue a parar cuando se dirigía
a Roma huyendo de la condena a muerte por el asesinato de uno
de los hermanos Tomassoni, pero la enfermedad le impidió
llegar.
Todo comienza cuando el pasado diciembre los investigadores,
provenientes de cuatro universidades italianas, exhumaron de
una fosa común del cementerio de este pequeño
pueblo, adonde en 1956 habían sido trasladados parte
de los restos del viejo camposanto de San Sebastián,
los huesos de una veintena de personas, entre los que se creía
que podían estar los del pintor. Tras asegurarse de que
los huesos exhumados eran los que en el pasado fueron sepultados
en el cementerio de San Sebastián, fueron sometidos a
la prueba del carbono 14 que desveló que pertenecían
a un individuo que vivió entre 1522 y 1647. Otra serie
de análisis evidenciaron que los restos óseos
pertenecían a una persona de entre 173 y 176 centímetros
de estatura y que había fallecido entre los 37 y los
43 años. Estos resultados refuerzan la teoría
de que los restos hallados en el cementerio pertenecen a Caravaggio,
puesto que los testimonios que han llegado hasta nuestros días
le describen como una persona de complexión grande y
se estima que falleció en torno a los 39 años.
Posteriormente, se intentó verificar la identidad de
los restos con una prueba de ADN, para lo que se tuvo que recurrir
al análisis de la descendencia de la hermana del pintor
Caterina Merisi, puesto que ni el pintor ni sus hermanos varones
tuvieron hijos.
La pista de Caterina Merisi resultó no ser concluyente
al extinguirse la línea de sucesión, por lo que
los investigadores recurrieron al análisis del ADN de
personas que en la actualidad se apellidan Merisi o su derivado
Merisio. Los análisis concluyeron que las personas estudiadas
con este apellido comparten una misma condición genética,
explicó el profesor Giorgio Grupponi, de la Universidad
de Bolonia, quien señaló que los resultados no
fueron concluyentes, por lo que será necesario continuar
esta línea de investigación.
Sin embargo, y a pesar de los resultados de los análisis
del ADN, los investigadores concluyeron que se puede afirmar,
con un 85% de probabilidad, que los restos hallados en Porto
Ercole se corresponden con las características del pintor.
Si a esto se suman los documentos y descripciones históricas
de las que se dispone, según Vincenti, puede afirmarse
que finalmente ‘han sido hallados los restos de Caravaggio’,
poniendo fin a una de las grandes incógnitas de la historia
del arte, cuando se cumplen 400 años de la muerte del
artista.