La muestra, que desató
las iras de la Iglesia Ortodoxa Rusa, no pretendía ofender,
tal y como explicaron los organizadores durante el juicio, su
objetivo era reunir en un solo lugar obras que fueron rechazadas
por las galerías artísticas para iniciar un debate
sobre qué debe ser prohibido, y por qué, y plantear
el problema de la censura y autocensura.
Sin embargo, la corte desestimó no sólo este argumento,
sino todos los ofrecidos por la defensa como que la muestra
se celebró en un lugar destinado a especialistas y estuvo
recomendada sólo a mayores de 16 años, advirtiendo
a los visitantes de que las obras podían herir sus sentimientos.
La semana pasada, 13 artistas rusos de renombre escribieron
al presidente ruso, Dimitri Medvedev, pidiéndole que
pusiera fin a tal proceso, por considerar que declarar culpables
a los dos organizadores de la exposición sería
‘sentenciar a todo el arte contemporáneo ruso’.
También Amnistía Internacional emitió un
comunicado la pasada semana en el que aseguraba que un veredicto
de culpabilidad supondría ‘más daño
a la libertad de expresión en Rusia’.
Pero finalmente el tribunal del distrito Taganski de Moscú
respaldó la acusación contra los dos comisarios
de la exposición, aunque desestimó la petición
de los fiscales de sentenciarlos a tres años de prisión
y sólo los obligó a pagar sendas multas. Yuri
Samodúrov, ex director del Museo Sájarov que albergó
la muestra, abonará 200.000 rublos (5.100 euros), y Andréi
Yeroféyev, ex jefe de la sección de corrientes
modernas de la Galería Tretiakov, pagará 150.000
rublos (3.800 euros), según la agencia oficial rusa RIA-Nóvosti.
La juez Svetlana Alexándrova al dar lectura a la sentencia
dijo ‘Samodúrov y Yeroféyev perpetraron
actos destinados a instigar al odio interétnico y religioso’.
Para respaldar estas palabras, la juez mencionó uno de
los cuadros expuestos, que conjuga las imágenes de Cristo
y de Mickey Mouse para llamar la atención sobre la cultura
de masas, como ejemplo de la ‘actitud cínica y
despectiva hacia los sentimientos de los creyentes ortodoxos’
según sus propias palabras.
Esta sentencia ha suscitado duras críticas por parte
de la comunidad intelectual y los juristas. ‘Es un proceso
absolutamente arbitrario, una auténtica caza de brujas.
Es un juicio vergonzoso que quedará en la historia de
la cultura como un ejemplo de la descarada actitud del Estado
hacia el arte’, declaró el artista Dmitri Gútov,
participante en la muestra.
Según otro pintor, Iliá Falkovski, ‘tras
la alegría inicial de que los acusados no irán
a la cárcel, uno entiende que se ha creado un precedente
judicial contra el arte’, que influirá no tanto
en los artistas como en los directores de los museos y los comisarios
y galeristas independientes.
‘Este veredicto, empleando su propia terminología,
me provoca dolor moral y humilla la dignidad de mi país.
La sentencia de la juez Alexandrova asesta un duro golpe a la
reputación de Rusia, convirtiéndola en un oscurantista
estado oriental’, denunció el escritor ruso Borís
Akunin.
Según el jurista Guenri Reznik, jefe del Colegio de Abogados
de Moscú, este caso judicial ‘demuestra que en
las cortes rusas la presunción de la inocencia no existe’.
Para Reznik, la intromisión de la justicia en el espacio
de la cultura supone un acto de censura y viola el derecho a
la libertad de expresión. ‘El arte tiene su propio
lenguaje, y es inadmisible que se le ordene en qué genero
debe trabajar’.
Los demandantes eran miembros de la Unión de Ciudadanos
Ortodoxos (UCO), que calificó la exposición de
‘provocación desvergonzada contra el Cristianismo’,
aunque solo tres de ellos confesaron haber visto personalmente
las polémicas obras, según el digital Gazeta.ru.
El jefe adjunto de Relaciones Internacionales del Patriarcado
de Moscú, Vsiévolod Chaplin, durante el proceso
tachó de ‘sacrílegos’ y ‘gente
absolutamente inmoral’ a los organizadores de la exposición,
aunque opinó que no debían ir a la cárcel.