Paolucci habla de los resultados
de la limpieza de los frescos de Miguel Ángel, de Botticelli
y de Perugino, que concluyó el pasado 10 de agosto. Al
cierre de los museos, un equipo de 30 especialistas se dedicaron
durante semanas a la ‘limpieza del polvo’ depositado
sobre los frescos, y que no se llevaba a cabo desde hace cuatro
años. Tras esta limpieza, se observa que ‘el problema
de este lugar visitado cada día por miles de personas
es la presión antrópica excesiva, que necesitaría
algunos cambios y compensaciones ambientales de proporcionada
eficacia’. Según Paolucci, se han retirado ‘cantidades
ingentes de materia y polvo’. Al quitar el polvo han surgido
diversas señales de deterioro. Las partes más
afectadas, ha explicado el restaurador jefe, Maurizio de Luca,
son las medias lunas de Miguel Ángel, las paredes del
Juicio Universal y los frescos del siglo XV. El techo con la
bóveda de Buonarotti, situado a 20 metros de altura,
sufre menos las impiedades humanas pero está más
expuesto al clima: según ha trascendido, se han detectado
y resuelto algunas pequeñas filtraciones de agua.
También añadió que ‘no existe un
adecuado control climático, y son insuficientes los instrumentos
para abatir las partículas contaminantes’. ‘Si
queremos conservar la Capilla Sixtina en condiciones aceptables
para las próximas generaciones éste es el desafío
que tenemos que ganar’.
En su opinión, ‘las oportunidades que nos ofrece
la ciencia y la técnica son virtualmente infinitas. La
limpieza de la Capilla Sixtina en este verano de 2010 nos invita
a medirnos en este noble empeño’, es el llamamiento
que lanza Paolucci.
La Capilla Sextina es el lugar de arte más conocido,
y como consecuencia más usado y consumido del mundo son
admiradas cada año por cerca cuatro millones de personas,
y en los días de fiesta se rozan los 25.000 visitantes
diarios.
Gianluigi Colalucci, el responsable del equipo que inició
en 1980 la histórica limpieza del 'Juicio Final' de Miguel
Ángel, corrobora la opinión del Director de los
Museos Vaticanos al asegurar que su preocupación ‘está
justificada’. Colalucci explica que ya se prohibieron
las velas en la Capilla, pero que ahora el principal problema
es el polvo, que procede de los fragmentos de fibras, cabellos
y otros elementos que dejan en el ambiente las personas.