Según un acuerdo que
han alcanzado Farouk Hosni, ministro de Cultura de Egipto, y
Thomas P. Campbell, director del Metropolitan, estas piezas
serán devueltas a su país de origen. El museo
neoyorquino reconoce la propiedad egipcia de las piezas, que
han permanecido en sus fondos desde poco después del
descubrimiento de la tumba de Tutankamón en el Valle
de los Reyes en 1922. La devolución se hará efectiva
en junio de 2011 y las piezas se exhibirán en un lugar
especial en las galerías dedicadas a Tutankamón
en el Museo Egipcio de El Cairo, hasta que todo el conjunto
se traslade al futuro Gran Museo Egipcio que se construye en
Giza, y que está previsto que se inaugure en 2012.
Estos objetos se dividen en dos grupos; 15 son fragmentos y
los otros cuatro son obras completas: un perro de bronce, una
pequeña esfinge de lapislázuli parte de un brazalete,
un trozo de un mango y un gran collar con algunos abalorios.
El hallazgo del sepulcro y su contenido, debían quedarse
en Egipto, sin embargo los descubridores Howard Carter y su
mecenas Lord Carnarvon, se llevaron piezas algunas de enorme
calidad. Precisamente uno de los anteriores directores del Metropolitan,
Thomas Hoving, fue el que puso el dedo en la llaga explicando
en un polémico libro (Tutankamón, la historia
jamás contada, Planeta, 2007) las mentiras de los prestigiosos
descubridores.
Cuando Carter murió en 1939 el Metropolitan adquirió
algunos objetos de su colección personal, como lo había
hecho, en 1926, con piezas de la colección de Lord Carnarvon.
Entre ellas el perrito y la esfinge, que figuraban en el registro
de la tumba aunque no aparecen en ninguna de las fotografías
de la excavación. El collar y el mango llegaron al Metropolitan
tras ser hallados en 1939 entre el contenido de la casa de Carter
en Lúxor, que fue todo legado al museo neoyorquino por
el arqueólogo.