Este pintor consiguió
que el mundo entero supiera, a través de sus figuras
esqueléticas y sus colores apagados las torturas y las
duras condiciones de vida en Camboya durante el régimen
del Jemer Rojo (1975-1979), en el que murieron cerca de dos
millones de personas.
Sus grandes cuadros de enorme realismo, aún cuelgan de
las paredes del S-21, la prisión en Phnom Penh donde
estuvo recluido un año, en ellos pueden verse escenas
lúgubres de hombres azotados, oscuros interrogatorios
y madres que luchan por que no les arranquen a sus hijos de
entre sus brazos.
‘La experiencia de Vann Nath dentro de aquella cárcel
fue tan intensa que marcó toda su obra posterior e incluso
en obras que no están dedicadas exclusivamente al tema
de los jemeres rojos tienen cierto simbolismo relacionado’,
asegura el artista Sopheap Pich, quien ha trabajado intensamente
con él durante los últimos años.
El pasado 26 de agosto, el artista sufrió un ataque al
corazón que le sumió en un coma profundo del que
no volvió a despertar.
Sus últimos alumnos, con quienes estuvo trabajando esa
misma mañana, lo recuerdan como un trabajador incansable
que siempre buscaba técnicas nuevas para enseñarlas
a los más jóvenes.
Vann Nath nació en 1946 en una familia pobre en la provincia
de Battambang, al norte de Camboya, y desde joven estudió
dibujo y pintura, a pesar de sus escasos recursos.
Tras la caída del país en manos de los jemeres
rojos, tuvo que abandonar sus pinturas porque el nuevo régimen
castigaba con la muerte a artistas e intelectuales y fue enviado,
como el resto de sus compatriotas, a trabajar en el campo.
En 1978, la policía política lo detuvo y lo recluyó
en la principal prisión del régimen, el S-21,
donde su director, Kaing Guek Eav o Duch, su nombre revolucionario,
se interesó por sus habilidades artísticas y le
encargó pintar un retrato de Pol Pot, el hermano número
uno del régimen.
Duch apreció el trabajo realizado por el artista y puso
una anotación personal al lado del nombre de Vann Nath:
‘Conservar al pintor’.‘Nos alargaban la vida
si les gustaban los cuadros que pintábamos. Pintar era
nuestra única esperanza de seguir vivos’, asegura
Bou Meng, otro de los supervivientes de la tétrica prisión
y que tampoco fue asesinado gracias a su arte.
Entre 14.000 y 16.000 personas pasaron por S-21 y casi todas
murieron en los interrogatorios y las ejecuciones.
Vann Nath, Bou Meng y otros cinco supervivientes en S-21 tuvieron
que esperar a que el ejército vietnamita entrase en Phnom
Penh, a principios de 1979.
Poco después, este centro fue convertido en un museo
y Vann Nath pudo usar sus pinceles para reflejar fielmente lo
padecido entre aquellas paredes.
Nath no dejó de luchar por la justicia para las víctimas
de los Khmer Rouge a través de sus escritos, pinturas,
y las entrevistas. De 2001 a 2002 Vann Nath trabajó intensamente
con Panh Camboya Rithy cineasta en la realización del
documental ‘La Máquina de Matar a los Jemeres Rojos’.
En la película Panh reunió a los ex presos y los
guardias y los filmaron en la cárcel o en los campos
de exterminio conocido como Choeung Ek.