Álvaro Mutis (Bogotá,
1923), que vivía en México desde 1956, estaba
considerado como uno de los mejores poetas y narradores de su
generación y como un excepcional exponente del realismo
mágico.
Íntimo amigo de otro grande de las letras, Gabriel García
Márquez, aunque eran opuestos. Gabo, ya lo sabemos, nació
en un pueblo, más o menos pobre. Ha rondado toda su vida
el comunismo, ha hecho periodismo y novelas mágico-realistas.
Mutis, al contrario, era hijo de diplomático, es decir,
un niño bien, criado en embajadas, ‘reaccionario
y legitimista’ y poeta. Porque Mutis escribía poemas
que editaba en sellos españoles como el de Carlos Barral
(creó una extensa obra poética caracterizada por
la exuberancia, la torrencialidad, la vegetación sensual
y feroz, según los críticos), hasta que, según
él mismo contó, ‘salió una novelita
y no fue mal’.
Diario de Lecumberri (1960) fue esa primera obra de
narrativa, relato de los quince meses que el escritor pasó
en la cárcel de Lecumberri, el 'palacio negro' del Distrito
Federal: ‘[En 1956] yo trabajaba en una compañía
petrolera y dispuse de algunos fondos para cosas que me parecían
más urgentes. A eso parece que se le llama fraude. Tuve
un proceso y decidí irme a México’. Pero
a los tres años de su llegada a México, Mutis
fue detenido por la Interpol.
En este país se casó con una catalana, Carmen
Miracle Feliú, ‘que es lo mejor que uno puede hacer
si quiere vivir tranquilo y seguro el resto de su vida’,
trabajó como doblador (su voz aparece en Los intocables)
y se hizo inseparable de Luis Buñuel. También
aquí inventó a su protagonista más reconocido
y por el que seguro será recordado, Maqroll, que protagonizó
siete historias y terminó por convertirse en el molde
de su creador. Muchas de las entrevistas con Mutis empezaban
con la frase ‘Es como uno se imagina a Maqroll’.
Entre sus obras cave destacar: Los elementos del desastre
(1953); Reseñas de los hospitales de Ultramar
(1955); La verdadera historia del flautista de Hammelin
(1982); La nieve del Almirante (1986); Ilona llega
con la lluvia (1988); La muerte del estratega, FCE
(1990); De lecturas y algo del mundo (1999) o Caminos
y encuentros de Maqroll el Gaviero (2001), su última
novela.
Además de Premio Cervantes 2001, fue galardonado con
el Príncipe de Asturias de las Letras y el Reina Sofía
de Poesía (ambos en 1997) y el Premio Médicis
a la mejor novela extranjera en Francia por La nieve del
almirante (1988), y el Premio Internacional Neustadt de
Literatura en 2002, entre otros.
Una de sus frases fetiche decía así: ‘Me
gusta vivir bien, me gustan los buenos vinos, la buena ropa,
las mujeres guapas. Cada día trato de ser un burgués
más completo’. Y aunque algunas de sus obras no
reflejen ese estado, parece ser que si lo consiguió.