María Rostworowski,
una de las principales estudiosas de la cultura andina, fue autora
de importantes textos del universo andino prehispánico
y considerada una de las pioneras en el desarrollo de investigaciones
interdisciplinarias que combinan el uso de fuentes históricas
con el dato arqueológico y etnográfico.
Las aportaciones de Rostworowski en la historiografía y
en las historias peruanas son múltiples. En su primer libro,
Pachacútec Inca Yupanqui (1953), destacó
la importancia de este gobernante inca en la construcción
del Tahuantinsuyo. También son importantes sus estudios
de las sociedades precolombinas de la costa peruana, un aspecto
poco estudiado hasta entonces (Curacas y sucesiones: costa
norte, 1961).
Rostworowski fue miembro de número de la Academia Nacional
de la Historia, así como integrante de la Real Academia
de la Historia y de la Academia Nacional de la Historia de Argentina.
En 1964, fundó, junto a otros intelectuales peruanos y
extranjeros, el Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Fue también
directora del Museo Nacional de Historia entre 1975 y 1980.
Entre los libros escritos por María Rostworowski figuran
La mujer en el Perú prehispánico (1995),
La muerte del sol y otros cuentos del Antiguo Perú
(1996), El origen de los hombres y otros cuentos del Antiguo
Perú (1996) y Kon, el dios volador y el pequeño
Naycashca (1995).
Además, a lo largo de su trayectoria ha sido merecedora
de numerosos y prestigiosos premios como: Premio Howard F. Cline
for American History / Honorable Mention (1981), Premio ‘Juan
Mejía Baca al autor’ (1993), Medalla y diploma de
la ciudad de Lima (1994) o Premio ‘Sigillo D’Oro’
del Centro Internacional de Etnohistoria (Palermo-Italia, 1996).
María Rostworowski nació en Barranco
(Lima) el 8 de agosto de 1915 en el seno de una familia acomodada.
Su padre Jan Jacek Rostworowski, aristócrata polaco y Rita
Ana Tovar del Valle. A los 5 años, por iniciativa de su
padre, se fue a vivir a Europa, fue educada en diferentes países
europeos, primero en Polonia y Francia, y luego en el Sacré-Cœur
de Bruselas, Bélgica, y el Roedean School, Inglaterra,
gracias a lo cual aprendió francés, inglés
y polaco.
Su matrimonio con el conde Zygmunt Broel-Plater, con el que tuvo
a su única hija, Krystyna Broel-Plater Rostworowski, duró
poco y, a su regreso a Lima en 1935, conocería al empresario
Alejandro Diez Canseco, con quien volvería a casarse. Su
marido tuvo una gran influencia en su vocación de historiadora.
Sus primeras publicaciones, a través de las lecturas de
crónicas indianas, fueron autodidactas. Un hecho que sumado
a su condición de mujer, desencadenaría la crítica
feroz de los académicos de la época. Eso no la desanimó,
todo lo contrario, su ímpetu la llevaría a conocer
a Raúl Porras Barrenechea, quien sería su maestro.
Con él aprendería a fichar y a buscar bibliografía,
y, gracias a él, se animaría a ser alumna libre
en los cursos de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos. También estudió paleografía,
para descifrar las escrituras antiguas. El esfuerzo vería
sus frutos en Pachacutec, estudio con el que ganaría
el Premio Nacional de Cultura en 1952. Al siguiente año,
el texto se convertiría en el libro Pachacútec
Inca Yupanqui. Ese sería el inicio de una serie de
publicaciones sobre las sociedades precolombinas.
Tras la súbita muerte de su marido, en marzo de 1961, se
trasladó al Leprosorio de San Pablo (Loreto), para trabajar
como misionera.
Fue designada Agregada Cultural en la Embajada de Perú
en España (1964-1968) por el Primer Gobierno de Fernando
Belaúnde Terry.
En 1979 fue nombrada miembro de número de la Academia Nacional
de la Historia, de la que fue además Vicepresidente. Asimismo,
fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia
(España) y de la Academia Nacional de la Historia (República
Argentina). Perteneció al Instituto Raúl Porras
Barrenechea (Lima) y al Institute of Andean Studies (Berkeley,
California). La Sociedad Geográfica de Lima la incorporó
como miembro honorario. Presidió la Asociación Peruana
de Etnohistoria, fundada en Lima en 1979, a iniciativa de Fernando
Silva Santisteban. Para llevar adelante sus proyectos de investigación,
recibió el apoyo de las fundaciones Wenner-Gren, Ford,
Guggenheim y Volkswagen, del Fomciencias y del Concytec.
También fue directora del Museo Nacional de Historia (1975-1980).
En 1969, trabajó en el diario Correo, que en ese entonces
dirigía Roberto Ramírez del Villar. De 1973 a 1974
tuvo una plaza de investigadora en el Museo de la Cultura Peruana.
En 1983 publicó lo que ella consideraba su "obra mayor":
Estructuras andinas del poder: ideología religiosa
y política. |
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