Zaha Hadid había contraído
esta semana una bronquitis por la que fue hospitalizada en un
hospital de Miami, y la mañana del jueves sufrió
un repentino ataque cardiaco. Se encontraba en esta ciudad realizando
el proyecto One-Thousand-Museum o 1000 Museum en pleno centro
de Miami en un terreno adyacente a un museo de arte contemporáneo,
cerca de un parque y mirando a la bahía de Vizcaya, su
trataba de su primer edificio residencial en el continente americano.
Hadid hizo historia antes de comenzar a construir. Era internacionalmente
famosa por sus dibujos neoconstructivistas cuando Rolf Fehlbaum,
el dueño de la empresa alemana de mobiliario Vitra, le
dio la oportunidad de levantar su primer edificio: la estación
de bomberos de su fábrica en 1994. Una década después,
obtenía el premio Pritzker y con él comenzaba una
de las carreras más fructíferas de la profesión.
Las más notable en manos de una mujer.
Pero a pesar de todo, como casi siempre pasa, hay que morirse
para que te reconozcan tu talento. Este ha sido el caso de la
gran artista y arquitecta angloiraquí Zaha Hadid. La propia
Zaha reconoció que no llegó a sentirse profeta en
su tierra adoptiva y que seguían pesando sobre ella los
prejuicios, pese a haber recibido el Pritzker, el RIBA Stirling,
dos veces consecutivas, y la Medalla de Oro del Royal Institute
of British, la primera mujer galardonada en la historia de esta
institución. "En este mundillo, si eres mujer estarás
siempre fuera del establishment".
Zaha Hadid indagó desde sus primeros trabajos en caminos
inexplorados, sólo hay que ver la extraordinaria colección
de dibujos que realizó antes de empezar a edificar.
Hadid imaginaba espacios fluidos, haces ondulados de bandas de
color que se atraían, confluían y giraban paralelas
y tangentes. Individuales y dependientes unas de otras, parecían
trabajar en una dimensión diferente, al margen del ángulo
recto y de los conceptos de horizontalidad y verticalidad. No
resulta extraño que su trabajo fuera calificado de utópico,
plástico y difícilmente realizable. A pesar de ello,
logró que varios de sus proyectos iniciales se construyeran
y que su pequeña escala expresara la grandeza de sus ideas.
Ejemplo de esto son la estación de bomberos Vitra, en Weil
am Rhein, en Alemania, terminada en 1994, la pista de saltos de
esquí de Bergisel, en Innsbruck, y el Centro de Arte Contemporáneo
Rosenthal en Cincinnati, la primera obra construida por Hadid
en EE UU., ambos de 2003. Al año siguiente recibió
el premio Pritzker de arquitectura y empezaron a lloverle las
ofertas, pasó de ser una arquitecta “sin edificios
construibles” o una artista que había conseguido
encontrar el camino para entrar en la historia de la arquitectura
construida.
Su maquinaria constructiva se puso en marcha realizando el Pabellón
Puente de Zaragoza, abierto para la Expo de 2008, una de sus grandes
obras, heredera de la idea contenida en su proyecto de graduación
en la AA de Londres, Malevich's Tektonic, que desarrollaba un
gran hotel construido sobre un puente en Londres; el puente Sheikh
Zayed en Abu Dhabi; el MAXXI de Roma, el Museo Nacional de las
Artes del Siglo XXI que concluyó en 2009, en el que el
espacio fluye de una manera nueva, que ella relacionaba con experiencias
que encuentra en la naturaleza, en los desiertos de su Irak natal
o en las profundidades marinas; el Phaeno Science Centre en Wolfsburg
(2005); el edificio para la Ópera de Guangzhou en China
(2010); la Academia Evelyn Grace de Brixton (2011), en la zona
menos privilegiada de Londres, haciendo un uso rompedor del espacio
con una pista de atletismo de 100 metros que avanza bajo las aulas;
el Museo del Transporte de Glasgow (2011), el Centro Acuático
de Londres, realizado para los Juegos Olímpicos de 2012,
el sinuoso Centro Heydar Aliyev de Bakú, Azerbaiyán,
concluido en 2013; el Museo Riverside de Glasgow, con su fachada
vibrante de vidrio oscuro proyectada hacia el río Clyde,
claro homenaje al pasado portuario y que en 2013 fue distinguido
como el Mejor Museo Europeo, o el ambicioso DDP Dongdaemun Design
Plaza de Seúl (2014).
Pero su talento y ganas de crear llegaba más lejos, se
manifestó en todos los campos del diseño, desde
zapatos, joyas, vestidos, coches y muebles, a los pabellones,
los museos y los espacios públicos. Estaba trabajando para
la renovación del frente marítimo de Estambul y
el diseño de un estadio para Qatar 2022. A sus 65 años,
todavía era una arquitecta joven con mucho que aportar.
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