El estudio
sobre la compleja técnica de manufactura de la cerámica
Oconahua, localizada en algunas tumbas de tiro de Jalisco y Nayarit,
de uso ritual más que utilitario, reveló que fue
creada a través del proceso denominado “decoración
por doble cocción”, lo cual amplía la concepción
sobre el dominio tecnológico y manejo de materiales que
alcanzaron las culturas antiguas del Occidente de México.
Con dicha investigación, realizada mediante diferentes
metodologías, la restauradora Claudia Blas Rojas, del Instituto
Nacional de Antropología e Historia (INAH), obtuvo una
mención honorifica del Premio INAH 2017 Paul Coremans,
con el cual la institución reconoce los mejores trabajos
de restauración y conservación de bienes muebles.
La especialista, coordinadora del Laboratorio de Restauración
del Museo Nacional de Antropología (MNA), señaló
que con este estudio titulado Determinación de la técnica
de factura en la cerámica polícroma de las dos cámaras
funerarias del sitio arqueológico de Huitzilapa, Jalisco.
Uso de doble cocción como proceso para su decoración,
obtuvo el título de Licenciada en Restauración de
Bienes Muebles por la Escuela de Conservación y Restauración
de Occidente (ECRO).
Al detallar su investigación, Claudia Blas dijo que se
analizó una colección cerámica tipo Oconahua,
localizada entre 1993 y 1994, en Huitzilapa, Jalisco, en una de
las primeras tumbas de tiro encontradas sin haber sido saqueadas.
Se trata de 15 piezas fechadas por carbono 14 hacia el año
70 d.C., de manera que corresponden a la fase Ahualulco (100 a.C.-
200 d.C.).
La investigación se inició en 2010, por iniciativa
de la arqueóloga Lorenza López Mestas, quien junto
con el arqueólogo Jorge Ramos descubrió las tumbas,
y se procedió a determinar el estado de conservación
de las piezas que, tras su hallazgo, habían viajado por
el mundo como parte de diversas exposiciones.
“Al hacer el dictamen de la colección encontré
un tipo de patrones que llamamos manchas de fuego. Consulté
con mis profesores y observamos que no se trataba de un patrón
común, ya que esas zonas oscuras en la superficie de los
objetos se generaban por la combustión abrupta de material
orgánico durante la cocción de los cuerpos cerámicos”.
Mediante el uso de técnicas, como la llamada PIXE diferencial,
se registraron manchas de fuego atípicas, lo que condujo
a considerar que la decoración de los objetos fue ejecutada
mediante doble cocción. A partir de un modelo matemático
se obtuvieron ciertos patrones que indicaron que los objetos estaban
compuestos por dos capas, puntualizó la experta.
Con este estudio se dedujo que hubo dos momentos en los que la
arcilla se reacomodó, las piezas fueron sometidas al fuego
en ocasiones diferentes en las que el alfarero debió controlar
la contracción del barro para evitar fracturas. Asimismo,
tuvo que realizar acciones previas en la decoración para
que tuviera suficiente adherencia y compactación, y soportar
la temperatura de la segunda cocción sin desprenderse.
La cerámica Oconahua es muy fina, delgada, ligera, ricamente
decorada, generalmente son cajetes cuya parte externa, y a veces
la interna, están decoradas en color rojo sobre un fondo
claro, gris, blanco o un tono llamado bayo. “Es muy probable
que este tipo de cerámica, localizada generalmente en los
estados de Jalisco y Nayarit, haya tenido un uso ritual, no presenta
huellas de haber sido utilizada para la preparación o ingesta
de alimentos, es más bien un tipo de cerámica más
lujosa”, mencionó Claudia Blas.
Este estudio se realizó en el Laboratorio Nacional de Ciencias
para la Investigación y la Conservación del Patrimonio
Cultural (LANCIC-IF), del Instituto de Física de la UNAM,
con el apoyo del doctor en Ciencias, José Luis Ruvalcaba
Sil.
Esta nueva información podría modificar las fichas
clínicas de restauración de la cerámica arqueológica,
herramientas fundamentales en el campo de la conservación,
ya que antes de intervenir una pieza se debe comprender tecnológicamente
el objeto.
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