La
tumba ha sido descubierta en el yacimiento de la localidad de
Xinli, donde las excavaciones comenzaron en junio de 2017. Aunque
los investigadores no han podido identificar aún la propiedad
de la tumba, creen, y es muy plausible la hipótesis, que
en ella estaría enterrado un importante aristócrata
por la forma de la sala y los objetos encontrados. Este particular
sistema de drenaje y antirrobo formado por piedras es extremadamente
raro en las construcciones de la dinastía Liao, que gobernó
parte del norte de China, sur de Mongolia y el extremo oriental
de Rusia entre los años 907 y 1125.
Las esferas de piedra también forman parte de un sistema
de alcantarillado interior para evitar que la tumba se inundara,
pero a la vez prevendrían la llegada de ladrones, señaló
uno de los investigadores, Si Weiwei, del departamento de reliquias
culturales provincial.
Los arqueólogos destacaron el hallazgo en la tumba de una
pintura al fresco que había sido repintada en tres ocasiones,
y en el que se pueden identificar en la tercera capa vehículos,
caballos, camellos y figuras humanas.
Estos expertos especulan que el primer fresco se pintó
antes de la muerte del aristócrata, el segundo tras su
funeral y el tercero, único en el que se pueden identificar
los motivos dibujados, después del fallecimiento de su
esposa, también enterrada en el lugar, por lo que podría
ser un panteón familiar.
Poco rastro queda actualmente de la dinastía Liao, también
conocida como el Imperio de los kitán, porque su lenguaje
escrito se ha perdido y han sobrevivido muy pocas reliquias. Sí
se conoce que era un pueblo organizado en varias tribus nómadas,
con un importante poder militar y relativamente avanzado en términos
políticos, sociales y artísticos.
Sin embargo, las últimas semanas han sido fructíferas
en cuanto a nuevos hallazgos arqueológicos de este periodo
de la historia de China. En enero se descubrió otro grupo
de tumbas con más de 500 objetos en su interior, entre
ellos porcelanas, máscaras o ataúdes. Días
después se anunció, en la región de Mongolia
Interior, el hallazgo y excavación de uno de los palacios
de la familia imperial de los kitán, unas ruinas en una
zona montañosa que cubren una superficie de 240 metros
cuadrados en las que se han encontrado en buen estado azulejos,
cerámica gris y clavos de cobre. El edificio servía,
según los investigadores, de residencia de la élite
de la dinastía durante los meses de abril y junio, cuando
querían huir del calor.
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