Un
grupo de veinticinco investigadores que se encontraban realizando
las terceras jornadas arqueológicas en el yacimiento visigodo
de Riba-roja de Túria, han hallado 125 monedas de broce
y dos de oro, algunas procedentes de la antigua Augusta Emerita.
En un comunicado, el Ayuntamiento de Riba-roja de Túria
ha explicado que el descubrimiento “permitirá conocer
mejor este poblado único en tierras valencianas fundado
en el año 550 por el rey Leovigildo” y cuyas primeras
hipótesis apuntan a la existencia de una ciudad.
Los trabajos desarrollados en este yacimiento, organizados por
el Ayuntamiento de Riba-roja de Túria y el ICAC, y dirigidos
por los arqueólogos Josep Maria Macias, Albert Ribera y
Miquel Rosselló han introducido la novedad del uso de un
detector de metales antes de realizar las labores propias de excavación
y estudio que han permitido el descubrimiento de las monedas en
una extensión de 50 metros junto a la muralla del poblado.
Las monedas, que pasarán a formar parte del fondo histórico
del Museo del Castillo de Riba-roja, pertenecen a diversas épocas
históricas, como la ibérica (siglo II a.d.), la
imperial (entre el año 0 y el 37), o la bárbara
(siglo V y VI), y proceden de diversas ciudades, como Mérida,
Toledo, Córdoba, Cartago y Lyon.
Según ha asegurado el Ayuntamiento, su hallazgo ha permitido
corroborar dos teorías, “el uso de monedas en la
época antigua” y “la existencia de monedas
de cobre visigodas y de origen bizantino”.
Por ahora se han ejecutado un total de cuatro sondeos estatigráficos,
que han consistido en prospecciones arqueológicas sobre
una extensión de 4,8 hectáreas del poblado visigodo
y está previsto que en futuras ediciones se puedan continuar
con las investigaciones.
Hasta el momento se ha podido documentar que se construyó
entre “los años 550 y 700”, tenía carácter
militar y se basaba en el “centro fortificado que se edificó
originariamente con las facetas defensiva y expansiva”.
Los expertos sitúan la creación del centro en el
año 550, “en plena época de crisis del reino
visigodo entre los años 550 y 570” y en el contexto
de la guerra civil entre los reyes Agila y Atanagildo, la ocupación
bizantina del sudeste de la península y la reacción
posterior del rey Leovigildo, “que permitió superar
la crisis y también puso las bases de un reino fuerte y
consolidado”, ha señalado el consistorio.
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