Un reciente estudio realizado
a una de las más famosas obras de arte de Edvard Munch,
“El grito”, ha revelado que la humedad podría
ser el principal factor ambiental que provoca su degradación.
La causa la ha encontrado un grupo internacional de científicos,
dirigido por el Consejo Nacional de Investigación italiano
(CNR),y y gracias a ello se podrá encontrar una solución
para poder conservar esta obra maestra, que rara vez se exhibe
debido a su pobre estado de conservación.
Esta investigación, publicada en la revista Science
Advances, se ha realizado mediante una combinación
de métodos espectroscópicos no invasivos y técnicas
de rayos X, según un comunicado del European Synchrotron
Radiation Facility (ESRF).
De “El grito”, existen diversas versiones, las más
conocidas son las que realizó en 1893 y 1910. Munch experimentó
con diversas técnicas hasta encontrar los colores exactos.
El uso de algunos pigmentos con los que experimentó Edvard
Munch, mezcló témpera, aceite y pastel con novedosos
pigmentos sintéticos como el cadmio, que le permitieron
incorporar a su paleta unas tonalidades de amarillo excepcionalmente
brillantes, plantea un desafío para la preservación
a largo plazo en las obras, según señala el estudio.
Según dicho informe en esos materiales, nacidos de la
Revolución Industrial y cuya longevidad nunca fue probada,
radica el problema de la inestabilidad de la pintura, que no
afecta únicamente a la obra de Munch sino también
a algunos de sus contemporáneos como Henri Matisse, Vincent
van Gogh y James Ensor.
La versión de “El grito” de 1910, que está
en el Museo Munch, de Oslo, muestra signos claros de degradación
en diferentes zonas donde el autor utilizó pigmentos
basados en sulfuro de cadmio. Por ejemplo, las pinceladas de
amarillo cadmio situadas en el cielo y en el cuello del protagonista
se han convertido en un color blanquecino y el amarillo del
lago se está desconchando. Así, los pigmentos
amarillos, las condiciones ambientales y el robo en 2004 del
cuadro, que permaneció dos años en paradero desconocido,
han sido algunos de los elementos que han contribuido a su deterioro.
Desde que fue recuperado, se conserva en una zona de protección
en el Museo Munch, en condiciones controladas de iluminación,
temperatura (alrededor de 18°C) y humedad relativa (alrededor
del 50 %).
El equipo científico estudió en detalle la naturaleza
de los diversos pigmentos de sulfuro de cadmio en la pintura
y cómo se han ido degradando con el paso del tiempo.
Para la investigadora del CNR Leticia Monico, "los microanálisis
permitieron señalar la principal razón que hizo
que la pintura se deteriorara (la humedad), y también
descubrimos que el impacto de la luz en la pintura es pequeño".
El estudio demuestra que el sulfuro de cadmio original se ha
convertido en sulfato de cadmio en presencia de compuestos de
cloruro en condiciones de alta humedad (95 % de humedad relativa),
incluso cuando no hay luz.
Según los investigadores, el tratamiento adecuado para
que “El grito” se pueda exhibir al público
de manera permanente pasa por mitigar la reducción del
pigmento amarillo de cadmio; para ello es necesario minimizar
la exposición de la pintura a niveles de humedad relativa
de 45 % o menos. "Este tipo de trabajo muestra que el arte
y la ciencia están intrínsecamente ligados y que
la ciencia puede ayudar a preservar las obras de arte para que
el mundo pueda seguir admirándolas", concluye la
coautora de la investigación, Costanza Miliani.