Las excavaciones, llevadas
a cabo por un grupo de arqueólogos israelíes bajo
la entrada a los túneles del Muro Occidental, han sacado
a la luz un complejo con dos habitaciones, un patio abierto
y varios objetos domésticos, según anunció
la Autoridad de Antigüedades de Israel y la Fundación
del Patrimonio del Muro Occidental.
La estructura, escarpada en la dura piedra que compone la base
geológica de la Ciudad Santa, es un elemento particular
que los arqueólogos hallaron hace solo seis semanas,
mientras proseguían con las excavaciones entre los recovecos
inferiores de esta zona repleta de ruinas arqueológicas
y marcada por una rica historia milenaria. La estructura fue
cerrada en el período bizantino hace unos 1.400 años
debajo de los pisos de un gran edificio y se dejó intacta
durante siglos.
Este extraordinario hallazgo podría arrojar luz sobre
la vida en la ciudad antes de la destrucción del Segundo
Templo en el año 70 d.C. "Este es un hallazgo único.
Es la primera vez que se descubre un sistema subterráneo
adyacente al Muro Occidental", tal y como explicaron Barak
Monnickendam-Givon y Tehila Sadiel, directores de la excavación
en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel.
“Tiene tres compartimentos perforados en la roca junto
con huecos, espacios para estanterías y escaleras”,
lo que indica que pudo servir como despensa o almacén.
Aun así, no descarta que fuera una residencia habitada.
Fue utilizado en el período romano temprano por residentes
de la urbe, en los años anteriores a la destrucción
del Segundo Templo judío y de toda Jerusalén,
en el 70 d.C. y que marcó un antes y después para
la urbe, de acuerdo con las crónicas del historiador
romano Flavio Josefo (siglo I).
Las oscuras estancias de la estructura -repartida en tres niveles
conectados, y a la que se entra por un acceso de poca altura-
siguen en proceso de excavación y la tierra aún
cubre gran parte de su compartimiento más inferior. Entre
las ruinas hallaron varios restos de cerámica, como lámparas
de aceite.
En opinión de Monnickendam-Givon, su construcción
debió de suponer “una gran inversión”,
tanto por el trabajo que implica perforar la roca como por el
lugar donde se encuentra: estaba “en una ubicación
realmente privilegiada” hace dos mil años, justo
en lo que era el centro neurálgico de la antigua Jerusalén.
“La pregunta es ¿por qué se invirtieron
tantos recursos y esfuerzos en excavar habitaciones bajo sólidas
capas de roca?”, se cuestiona el experto, que espera obtener
respuestas a medida que avance en el estudio del yacimiento,
que a largo plazo se quiere hacer accesible al público.
El descubrimiento otorga a su vez información adicional
sobre la vida diaria en la antigüedad de los residentes
de la ciudad.
También se encontraron vasijas de arcilla para cocinar,
una “taza de piedra exclusiva de los sitios judíos
del Segundo Templo” o “un fragmento de qalal, una
gran cuenca de piedra usada para contener el agua, que se cree
que está vinculada a las prácticas judías
de rituales de pureza”, destaca la AAI.
Las excavaciones actuales están ubicadas debajo de la
entrada a los túneles del Muro de las Lamentaciones,
en lo que hoy es el territorio ocupado de Jerusalén Este,
y según Monnickendam-Givon revelan a la antigua “Jerusalén
en toda su gloria: sus gentes, religiones y diversidad de grupos
que la habitaron, trabajaron, construyeron y glorificaron durante
generaciones”.
El hallazgo ha sido descubierto en el denominado complejo Beit
Straus, nombre del filántropo Nathan Straus, quien compró
la estructura cerca del Muro de las Lamentaciones a principios
del siglo XX y la convirtió en un comedor social.