De
nuevo se abre el debate acerca de la posibilidad de que la gran
obra de Picasso de 1937, ‘Guernica’ pueda viajar.
En 2007, el cuadro cumplirá setenta años, así
como el bombardeo de la localidad vizcaína que se cumplirá
el 26 de abril, pero el cuadro no está en buenas condiciones
para ser trasladado, según el veredicto irrefutable de
los expertos. Pero ayer, una vez más, y la primera de
manera oficial por parte del Gobierno Vasco, se cursó
al Ministerio de Cultura la solicitud de cesión temporal,
para exponerlo en el museo Guggenheim de Bilbao, con motivo
del setenta.
Tras la reunión del Consejo de Gobierno vasco, la portavoz,
Miren Azkarate, aseguró que las instituciones públicas
vascas podrían todos los medios para hacer posible que
‘la respuesta de Picasso a la atrocidad de la muerte y
destrucción de Guernica’ pueda verse en Bilbao.
En este sentido, señaló que la tecnología
y los medios humanos y materiales con los que se cuenta actualmente
‘permiten un traslado con todas las garantías’,
por lo que consideró ‘factible’ que un cuadro
‘que ha recorrido medio mundo pueda realizar un viaje
de ida y vuelta’.
La ministra de Cultura, Carmen Calvo ya manifestó, el
pasado día 7, su desacuerdo al traslado del cuadro, salvo
que los técnicos lo autoricen. Unos días antes,
en el Senado, Juan Van Halen, portavoz de Cultura del PP en
la Cámara Alta, pedía un informe independiente
que, a su entender, debía hacer la Real Academia de Bellas
Artes. Van Halen no recuerda el meticuloso estudio del Centro
de Arte Reina Sofía, el llamado ‘informe Sedano’,
cuya responsable fue Pilar Sedano, entonces jefa de restauración
del CARS y hoy del Museo del Prado. En dicho documento de 1997
ya se diagnosticó el estado grave del ‘Guernica’
y, nada más conocerlo, los máximos expertos mundiales,
reunidos a tal efecto en Madrid en 1998, ratificaron el severo
pronóstico y la necesidad de que el cuadro no viaje nunca
más. Será difícil encontrar más
independencia de criterio ni más unanimidad.
Desde 1937 hasta su regreso a España, en 1981, el Guernica
viajó una treintena de veces. En cada ocasión
fue desenclavado, enrollado, desenrollado, tensado y vuelto
a clavar. Para realizar el famoso informe se hizo todo lo posible
para no descolgarlo, se recopiló incontable material
y se realizaron más de trescientas fotografías,
además de estudios radiológicos y químicos
para que los trece restauradores involucrados en el trabajo
ahondasen hasta despejar todas las dudas.
Los daños de la obra ya eran bastante graves cuando,
en 1957, el MoMA decide consolidar la pintura inyectando una
gruesa capa de cera y resina desde la espalda del bastidor.
La consecuencia es que, desde entonces, cada vez el hubo que
mover el cuadro, incluso cuando vino a España, se tuvo
que calentar la cera con el fin de poder enrollarlo y desenrollarlo.
La cera, la tela y la pintura tienen diferentes índices
de flexibilidad y reaccionan de manera diferente a la humedad
y el calor, como se afirma en el informe, y cada movimiento
agravará los daños, aunque se traslade montado
en el bastidor.
Los daños principales son: una red de grietas que atraviesan
el cuadro verticalmente, más graves en la zona central.
Grandes grietas horizontales y deformaciones de la tela por
haberlo enrollado tanto. Por ello, las pérdidas de pintura
menudean, y alcanzan frecuentemente la capa de preparación.
Hay lugares en los que la pintura flota en la cera que ha traspasado
la tela y ya no tiene contacto con el lienzo. El cuadro también
sufrió dos atentados, cuyas secuelas aún perduran.