El estallido
de la II Guerra Mundial abrió un periodo de crisis en la evolución
y expansión del arte de los cómics. Además de los
factores industriales, como la aguda crisis del papel, gravitaron sobre
aquellos los imperativos políticos del momento transformándolos
en armas propagandísticas al servicio de la guerra, plegados
a una militarización masiva de sus personajes y a un esquematismo
temático empobrecedor.
La
vinculación entre los dibujantes de cómics y los intereses
de la propaganda militar fue en ocasiones muy estrecha, como ocurrió
con Joe Palooka, a quien su dibujante, Ham Fisher, enroló
en el ejercito, de acuerdo con el War Department, pues este
organismo comunicaba a Fisher con antelación informaciones secretas
a cerca de los planes estratégicos, para dotar de una convincente
autenticidad a los sucesivos relatos gráficos. Pero su vocación
bélica no era un fenómeno asilado, pues desde las páginas
del New York Sun, el comandante Don Winslow of de Navy,
dibujado por Carl Hammond, llevaba años estimulando la recluta
para el cuerpo de marines. Y Terry Lee, obra de Milton Caniff,
había mudado paulatinamente sus aventuras contra los piratas
asiáticos hacia luchas de signo netamente racista y antijaponés.
Ningún héroe estuvo exento
del fervor político, y hasta el futurista Flash Gordon
adquirió el tinte de un libertador que en nombre de la democracia
lucha contra la dictadura totalitaria y fascista del emperador Ming.
Así mientras muchos personajes
tradicionales vestían el uniforme y marchaban al frente para
combatir al enemigo (y otros lo hacían en la retaguardia como
Carlie Chan [Nota
1] o Dick Tracy, persiguiendo a espías y
saboteadores), la coyuntura bélica sirvió para alumbrar
el nacimiento de nuevos héroes, surgidos al amparo de aquellas
circunstancias. El más famoso iba a ser Captain America
(1941), escrito por Joe Simon y dibujado por Jack Kirby.
La
historia del Capitán América representa al prototipo
de persona corriente, incluso débil y frágil, que sufre
una alteración que lo convierte en superhéroe, esa dualidad
tan presente en la mitología del cómic y que le confiere
un especial atractivo al personaje. Y que no deja de ser una variante
más del espíritu americano, del sueño americano
del hombre corriente que llega a la cima. Steven Grant Rogers, el fututo
Capitán América, nació durante los años
de la Depresión, y creció en una familia pobre, su padre
murió cuando aún era niño, y su madre cuando apenas
empezaba a dejar la adolescencia. Era un estudiante de bellas artes
cuando horrorizado por los crímenes cometidos por los nazis en
Europa trató de alistarse en el ejército estadounidense,
pero fue rechazado por su pobre condición física. Sin
embargo, un oficial de la armada le dijo que buscaba voluntarios para
un proyecto secreto del gobierno y le ofreció participar en él
como sujeto de pruebas. Le inyectan un curioso serum, capaz de desarrollar
el cuerpo y el espíritu. A través del suero del super
soldado adquirió un cuerpo atléticamente perfecto y todas
sus capacidades físicas (fuerza, velocidad, agilidad, destreza)
fueron aumentadas hasta el máximo humano. Así se transforma
en un superhéroe vestido con la bandera americana y recibe el
sencillo nombre de Captain America.
El
personaje fue uno de los más populares en los años 40,
pero al acabar la guerra cayó en el olvido, a pesar de algunos
esfuerzos por revivirlo en la década de los 50 como un héroe
anticomunista. Fue rescatado en 1964 y desde entonces se ha convertido
en uno de los superhéroes más importantes de esta compañía,
aunque recientemente fue asesinado. El pasado 7 de Marzo del 2007 a
los 66 años de edad Steve Rogers murió asesinado
[Nota 2] (en Captain America Vol. 5 número
25 de la edición estadounidense).
En el plano militar revistió especial interés Male
Call [Nota 3] (La
llamada del macho), 1942, que Milton Caniff creó por encargo
del ejercito y para su exclusivo consumo.
El fin de las hostilidades abrió
un periodo de desconcierto en el mercado de los cómics estadounidenses
motivado por la incertidumbre de los creadores ante la evolución
del gusto colectivo y el dilema de la adecuación de sus personajes.
En Europa herida en su suelo y en sus
industrias por las operaciones militares y asediada por necesidades
angustiosas y prioritarias, fue también muy laborioso el despegue
pos bélico de los cómics. En España, los problemas
provenían de otra guerra, junto a las revistas autárquicas
Chicos, Mis Chicas, Chiquitito y Gran
Chicos, apareció en 1944 Leyendas infantiles, que
reanudó el ciclo de los grandes héroes aventureros estadounidenses.
Entretanto,
el veterano semanario TBO [Nota
4], en donde brilló a gran altura la sátira
de La familia Ulises, de Marino Benejam, fue paulatinamente
ensombrecido por las innovaciones del más incisivo Pulgarcito
[Nota 5], revista
que adquirió el insólito valor de testimonio jocoso de
las penalidades de la vida española en aquellos años difíciles:
el perpetuamente frustrado Reportero Tribulete (1947), de Cifré;
la sátira del burgués satisfecho Gordito Relleno
(1948), de Peñarroya; las solteronas y reprimidas Hermanas
Gilda (1949), de Manuel Vazquez; la mujer de edad incierta y perennemente
vestida de negro, Doña Urraca (1948), de Jorge (pseudónimo
de Miguel Bernet Toledano); el siempre hambriento Carpanta
(1947), y los contestatarios y devastadores hermanos Zipi y Zape
(1948), ambas tiras de Escobar, junto a otros menos conocidos en la
actualidad como El loco Carioco, de Conti o Don Furcio
Buscabollos, de Cifré ofrecieron
un retrato en clave cómica de las dificultades sociales o de
las intimas aspiraciones nacidas en unos años difíciles
y de extensa frustración colectiva.
Nota
1: Charlie Chan, es un dectective chino que ejerce su
profesión en Hawai. Hace su primera aparición en 1929
como héroe de un folletín titulado Tha House without a
Key. Escrito por Earl Derr Biggers, consiguió tal éxito
desde el principio que , que generó adaptaciones televisivas
y cinematográficas. McNaught Syndicate compró los derechos
y organizó un concurso para decidir el dibujante. Alfred Andriola,
por entonces ayudante de Milton Caniff, consiguió facilmente
la adjudicación y animó al personaje de 1938 a 1942.
Nota 2: Su muerte se
produce tras el final de la serie limitada Civil War, que finaliza con
el Capitán América detenido por la policía por
no querer someterse a su inscripción en un registro de superhéroes
como medida adoptada por la nueva Ley Antiterrorista. Al ir a entrar
en el juzgado para ser procesado, es acribillado por un francotirador,
que lo hiere en el hombro, el pecho y el estómago, muriendo poco
tiempo más tarde en el Hospital Mercy.
Nota 3: En 1942, como
consecuencia del éxito obtenido por su serie Terry and the Pirates,
Milton Caniff llegó al cenit de la gloria. El Camp Newpaper Service,
especializado en publicaciones militares, acudió a él
para que hiciera una tira diaria, destinada a sostener la moral de las
tropas que combatían en la II Guerra Mundial. Caniff aceptó
encantado y el 11 de Octubre de 1942 empezó un cómic basado
en la rubia Burma. La bonita mujer vivió numerosas peripecias
erótico-militares, desarrolladas en forma de gags independientes.
Nota 4: TBO fue una
revista de historietas española, de periodicidad semanal, que
apareció en 1917 y que tuvo una gran importancia en la historia
del cómic español, hasta el punto de que del título
de la revista surgió el término tebeo. Los editores fueron
los socios Buigas, Estivill y Viña hasta 1983, en que pasó
a ser editada por Bruguera, y luego por Ediciones B.
El primer número de TBO apareció el 17 de marzo de 1917,
impreso en el taller de litografía de Arturo Suárez en
Barcelona. Al principio, la revista estaba impresa en un solo color
(azul), pero, a partir del noveno número, con la incorporación
de Joaquín Buigas Garriga a la dirección de la revista,
pasó a utilizar dos colores (rojo y negro). Otra innovación
del nuevo director de la revista fue situar en la portada una historieta,
en lugar del chiste de una sola viñeta que aparecía en
los primeros números. El precio inicial de portada era de 10
céntimos. La revista tuvo un éxito creciente, pasando
de unas ventas de 9.000 ejemplares en 1917 a 220.000 en 1935, lo que
la convirtió en la revista de historieta más vendida del
período anterior a la guerra civil española.
TBO estaba claramente orientada al público infantil, por lo cual
se centró en el humor blanco y excluyó de sus páginas
contenidos políticos o satíricos. En esta etapa, colaboraron
en TBO autores españoles como Donaz, Urda (1888-1974), Tínez,
Nit, Ricard Opisso (1880-1966), Méndez Álvarez o Castanys.
La revista dedicó escasa atención a la publicación
de autores extranjeros, aunque pueden citarse George McManus, Soglow
o McClure. La mayoría de las historietas de la revista eran gags
breves, sin personajes fijos. Su principal competidora en la preguerra
fue la también barcelonesa Pulgarcito, aparecida en 1921, que
se vendía a sólo cinco céntimos.
Nota 5: Pulgarcito
fue una revista de historietas española de periodicidad semanal
publicada por la editorial El Gato Negro (luego Editorial Bruguera)
a partir de junio de 1921. Al principio, la revista combinaba relatos,
artículos, pasatiempos y chistes; la historieta tenía
en sus páginas sólo una presencia testimonial. Muy pronto
tuvo un considerable éxito de público. En las primeras
historietas de la revista colaboraron dibujantes como Salvador Mestres
y Emili Boix. Tras la guerra civil, la penuria económica dificultó
la publicación de la revista. Entre 1945 y 1947 se publican,
con periodicidad irregular, sólo 13 números y un almanaque.
Entre 1947 y 1952 Pulgarcito recupera su aparición semanal, pero
cambia frecuentemente de cabecera (manteniendo siempre la palabra Pulgarcito,
junto a cambiantes antetítulos), y elude la numeración
en portada, ya que carecía del permiso oficial para publicarse
regularmente. En esta época se inició el auge de las historietas
cómicas de Bruguera, con la aparición de personajes que
han quedado en la memoria colectiva de generaciones de españoles.
Pulgarcito continuó publicándose hasta 1986, fecha en
que desapareció Bruguera. Asociadas a esta revista, fueron también
editadas por la misma editorial las revistas Gran Pulgarcito (1969-70),
que alternaba el material de Bruguera con historietas foráneas,
fundamentalmente francesas; y Súper Pulgarcito.