Después de tanto tiempo
en segundo plano, pues su participación en la vanguardia
parisiense de comienzos del siglo XX siempre se le ha reconocido
muy por debajo de sus compañeros de época como
Juan Gris, Lipchitz o Diego
Rivera. A María Blanchard le llega su momento.
Un documental rescata la figura de la pintora santanderina para
situarla entre los grandes nombres de aquel momento de revolución
de las artes.
Rue du Depart 26. Érase una vez París,
de Gloria Crespo, reivindica la trayectoria y méritos
de esta artista dentro del movimiento cubista, cuando se celebra
el 80 aniversario de su muerte.
Crespo, estudió Bellas Artes y recuerda que sobre María
Blanchard siempre se pasaba de puntillas "o ni siquiera
se mencionaba". De entonces viene su idea de profundizar
en la vida de una mujer que sufrió lo indecible por su
defecto físico, pero que aun así tuvo el coraje
de marcharse a París y allí llego a formar parte
de la vanguardia en un momento clave de la historia del arte.
"Fue una mujer avanzada a su tiempo, que logró imponerse
en un mundo de hombres y fue moderna simplemente siendo fiel
a si misma, sin impostura ninguna", afirma la directora,
que dedicó seis años a la investigación
y siguió el rastro de la artista por París, Cantabria,
México y Madrid. Encontró materiales y fotos inéditas
y pudo documentar, por ejemplo, que Blanchard mostró
una de sus obras en el salón D’Antin,
en 1916, cuando Picasso presentó por primera vez Las
señoritas de Aviñón en una exposición
en la que participaron Matisse y Modigliani, entre otros, cuando
se trató de reavivar el mercado del arte en una época
de depresión por la guerra. "Desde entonces, Blanchard
estaba allí, por derecho propio, junto con los grandes".
El documental incluye imágenes de una entrevista con
Cocteau en la que el escritor cuenta que aquellos hombres y
mujeres eran genios "ajenos a todo", que revolucionaron
el arte por compromiso con el arte mismo, "sin mirar a
nadie más". "El mismo espíritu de Blanchard",
dice, que con su peculiar tratamiento del color "humanizó"
el cubismo. De igual modo llevó a su figuración
posterior la influencia cubista, creando un lenguaje propio
que la convierten en la gran artista que ahora es rescatada.
Entre los entrevistados en el documental hay historiadores y
críticos de arte como María José Salazar,
Carmen Bernárdez-Sanchís o Juan Manuel Bonet;
familiares de la artista y descendientes de sus amigos íntimos,
como la hija de Diego Rivera, Guadalupe, que cuenta como Blanchard
sufrió al enamorarse de su padre y no ser correspondida.
"Paradójicamente, su deformidad hizo que fuese aceptada
en este mundo de hombres y que la vieran como una artista verdadera".
En Rue du Depart 26. Érase una vez París
también aparece la belleza como refugio que encontró
Blanchard para exorcizar sus demonios interiores, se evoca su
amistad profunda con Juan Gris y el látigo de la depresión
al final de su vida, que la llevó a experiencias religiosas,
hasta su fallecimiento en 1932. Claves íntimas que explican
la obra y trayectoria vital de una mujer fascinante que hizo
de Montparnasse su atalaya y su mundo.