El nuevo grafiti es el primero
que se le adjudica a Banksy
desde el 2009 en Londres, donde dio señales de vida por
última vez el pasado mes de noviembre (con el Monopoly
en tres dimensiones que regaló a los miembros de 'Occupy
London').
Situado a las puertas de una tienda de Poundland, puede verse
a un niño asiático en una máquina de coser,
fabricando a sin descanso banderas de Gran Bretaña como
las que estos días engalanan Oxford Street.
Pese a la crítica implícita, el grafiti se ha
convertido en un poderoso reclamo. Decenas de curiosos se acercan
estos días a Whymark Avenue, en el norte de Londres,
para admirar la obra, que ha sido protegida con un grueso cristal
para evitar el deterioro, el vandalismo o el robo.
El nuevo grafiti atribuido a Banksy ha despertado las expectativas
de su vuelta a la acción en vísperas de los Juegos
y en lo barrios del este de Londres –de Shoderitch a Hackney-
que le catapultaron a la fama mundial.
El escurridizo artista, nacido en Bristol y con obras callejeras
desperdigadas en todo el mundo, ha sido votado recientemente
como el 'más representativo' de Gran Bretaña,
por delante de Damien Hirst o David Hockney. Hace cuatro años,
un dibujo firmado por Banksy en Portobello Road alcanzó
los 250.000 euros en eBay. El pasado mes de marzo, dieciocho
obras suyas fueron adjudicadas por medio millón de euros
en una subasta en Londres.
Pero no siempre se respeta su obra, esta misma semana, La
rata paracaidista fue destruida por un trabajador en una
pared de Melbourne (Australia) para poder instalar una tubería.