Lo complicado para un escritor
chileno es mirarse el ombligo en un país tan largo, rocoso
y desmembrado. En cualquier momento el ombligo aparece por el ojo,
la espalda, una rodilla o en el pecho como un hueco profundo convertido
en sal o arena del desierto.
Rolando Gabrielli©2013
Hace diez años partió el poeta y narrador chileno, Roberto
Bolaño en su mágica ceremonia vikinga en el mar Mediterráneo.
Debió saber por las pistas que dejaban sus conversaciones, últimas
entrevistas, viajes, encuentros, discursos, premios, que se iba prematuramente
y encabezaba una nueva generación de escritores. Personalmente
me enteré tarde que moría inevitablemente, aunque lo supe
el mismo 15 de julio del 2003, día que comencé a escribirle
un email, sabiendo que no lo recibiría. Me había hecho
un poco amigo de su literatura y desplantes, con una cierta complicidad
en su entrega kafkiana por su obra hasta el final de sus días.
Los afectos en literatura suelen ser elementos de alto riesgo, pero
a la postre, resultan estimulantes, si son verdaderos.
Ahora pienso que siguió caminos
distintos a los del poeta vidente y maldito, Arthur Rimbaud,- que tanto
admiraba- y que abandonó su poesía a los 18 o 19 años,
para borrar las huellas de su joven y profundo pasado e iniciar una
aventura infinita por África. El poeta de una Temporada en
el infierno y de las Iluminaciones, no volvió a
escribir un poema más en su fulgurante vida y dejó que
la aventura del destino que se impuso asimismo a partir de Harar, actual
Etiopía, concluyera con su existencia a los 37 años, como
un hilo que se pierde de su ovillo. En un hospital de Marsella ancló
lo que le quedaba de humanidad. Su hermana menor, Isabelle, dibujó
el rostro de su última mirada y acunó el sueño
final de este pequeño gran dios de la poesía universal.
La vida de Bolaño se extinguió en el Hospital Universitario
del Valle de Hebrón, Barcelona, a la edad de 50 años.
Bolaño sigue escribiendo
Bolaño fue un santiaguino que vivió en la provincia chilena,
se instaló posteriormente en la ciudad más poblada del
mundo, el DF, un tiempo en Barcelona y volvió finalmente a los
pequeños pueblos de Cataluña, donde se ‘inmoló’
y glorificó en su obra literaria, no sin antes deambular por
caminos desconocidos. Su paisaje terminó siendo la palabra. En
las madrugadas de su presente perpetiu cocinaba su historia y la nueva
novela con fervor. No sé de quién es la frase, pero se
aplica: Bolaño dejó el resto. Pareciera que todo lo demás
es la prosa vulgar del elogio de los medios después de su partida.
Algo de eso hay tal vez, porque una historia para ser verdadera no termina
nunca de completarse. Alguien siempre la volverá a recrear con
sus propias lecturas. Ahí sabremos, si en verdad, perdurará
en el tiempo.
En esta década, Bolaño ha seguido concretando su proyecto
de escritura, no sólo lo que dejó escrito para publicar,
como 2666, o en su ordenador, libretas, cartas, sino en lo
que de él se escribe, habla, dice y desdice, que resulta tan
poderoso como el primer nombre que escogió para su novela que
terminó llamándose: Nocturno de Chile, cuando
en verdad le correspondía uno más original y acorde con
la historia: Tormenta de mierda.
Las editoriales tienen su corazoncito
de seda y Anagrama lo cambió. Casi bordea lo nerudiano, con sus
crepúsculos. Desde luego son otros los tiempos y realidades,
Chile no estaba para puestas de sol. En una mansión bucólica
y familiar, donde se hacían tertulias literarias y torturaba
al mismo tiempo, el dueño de casa podría ser reconocido
ahora como el asesino de Pablo Neruda. La esposa del anfitrión,
quien compartía el oficio de escritora y agente de la DINA, había
leído a los ocho años de edad al clásico ruso:
Crimen y Castigo, de acuerdo con sus datos biográficos.
Sin embargo, fueron sus lecturas de Borges en 1968, las que la llevaron
a cultivar la escritura. Cabe destacar que fue alumna aventajada del
Taller de Enrique Lafourcade. Al parecer comenzó a novelar su
propia vida. Uno de sus primeros textos relata la acción de una
persona que le encargan colocar una bomba bajo un automóvil.
Ella estuvo el día en que su esposo hizo volar al General Prats
en Buenos Aires. Cualquier coincidencia con la realidad, es pura ficción.
En el orden de las coincidencias, su primer marido se llamó Pablo.
Posteriormente, creó su propio taller, al que acudían
Carlos Franz, Gonzalo Contreras y Carlos Iturra, entre otros.
Cuentan que Lafourcade invitó a Nicanor Parra a una de esas tertulias
de esta naciente escritora. Ocasión en que el antipoeta y un
pintor se iban a dar de golpes un 18 de septiembre. Lafourcade pidió
a la dueña de casa la expulsión del díscolo pintor.
Son veladas en tiempos del apagón cultural, cuando murió
la literatura en Chile. El toque de queda escribía sus mejores
guiones. Cine mudo, la orden y bando del día.
Esta escalofriante trama de novela negrísima, agrega a la escena
del supuesto crimen del poeta, una nueva revelación: saber si
el cadáver exhumado para una investigación es el verdadero
Neruda y comprobar si fue envenenado o no. El mayor sospechoso del posible
envenenamiento es un enigmático llamado Dr. Price, cuya descripción
corresponde al de una persona de unos 27 a 30 años, 1.80 de estatura,
rubio y de ojos azules, un físico muy parecido a un ex agente
norteamericano de la DINA, que participó en la muerte de Orlando
Letelier y del General Prats y su esposa. También atentó
contra el matrimonio Leighton en Roma y fue un activo militante en la
desestabilización de Chile desde la elección de Allende
y posterior instauración del terror.
Con esas generales,lo describe el Dr. de la Clínica Santa María,
Sergio Drapper quien atendió también al asesinado ex presidente
Eduardo Frei, en esas mismas instalaciones en 1982. El ‘Dr. Price’,
sería el anfitrión además, de las tertulias literarias
en la casa donde se torturaba y se invocaban versos endecasílabos,
al compás del toque de queda.
El círculo de Neruda fue afectado,
primero por las torturas a su chofer, y posteriormente por el asesinato
de su secretario privado, el poeta Homero Arce, esposo de la musa del
Poema 20, Laura Arrué, del emblemático libro
nerudiano. El discreto y silencioso sonetista de Isla Negra,
Homero Arce, fue brutalmente golpeado y arrojado mortalmente herido
a las puertas de su casa. Han pasado cuarenta años desde el empujón
de Chile hacia el abismo, el 11 de septiembre de 1973, y aún
se suceden muchas preguntas desde un pozo profundo de interrogantes.
Una de ellas es la muerte de Neruda. No se ha cerrado el circulo, los
forenses de Chile y Estados Unidos deben resolver ese enigma 40 años
después, en los próximos días o semanas... El poeta
murió sorpresivamente el 23 de septiembre de 1973.
Las manos de los Poncio Pilatos de la Corte Suprema chilena, que insinúan
un deslavado perdón, 40 años después, son simplemente
antológicas. La ley del embudo sacó patente de corso en
Chile.
• El jardín del terror
La cultura del terror tomaba palco en Chile. Según la agencia
alemana DPA, la dictadura militar comenzó a partir de 1980 a
remover cuerpos de opositores asesinados en sus cárceles secretas
y enterrados clandestinamente, en la llamada operación ‘Retiro
de Televisores’, para borrar pruebas. Bolaño ya estaría
escribiendo esa historia, que de comprobarse, quedará abierta
para un avispado narrador de novela negra y el Chile de Pinochet seguirá
bajando un peldaño más barranco abajo.
En este breve relato Nocturno de Chile, Bolaño muestra
la pericia de un narrador que explora el horror desde la literatura
en clave literaria chilena. Deja correr en medio de la tormenta, ese
leitmotiv nerudiano que pareciera quitarle el sueño a Bolaño,
y asoma en este libro en un juego sutil con el mito Neruda, para poner
a pensar a quien conoce de las veleidades literarias de los dos críticos
más representativos de una época pertenecientes al diario
más influyente de Chile, (al que Bolaño nunca nombra).
Bolaño sabe que el arco iris de la poesía nerudiana es
de amplio espectro en Chile, para no ir más lejos, y hace referencia
a ello en tono irónico. En el fondo del telón de Chile
subyace además ‘una defensa y se busca hacer justicia’
al poeta Enrique Lihn.
¿Por qué, se preguntará
usted, amigo lector? Lihn fue injusta y torpemente ignorado por ambos
críticos de la crítica oficial, como otros poetas, a los
que se les certificaba desde las páginas mercuriales, la vida
y la muerte de sus obras. Ambos críticos elogiaron las obras
de Neruda, Mistral y Parra.
Uno de los principales personajes de Nocturno de Chile, se
llama Farewell, título de uno de los más emblemáticos
poemas del Neruda adolescente, contenido en su libro Crepusculario,
que el crítico literario Alone (Farewell), le habría financiado
para publicar en los albores del amanecer nerudiano.
En el cáustico juego literario que Bolaño introduce a
través de un encargo de las más altas esferas que hacen
dos lugares tenientes de la dictadura, Odeim (Miedo) y Oido (Odio),
al protagonista Sebastián Urrutia Lacroix, conocido como el cura
Ibacache, para que enseñe marxismo a la Junta Militar chilena,
queda en claro para quien haya vivido ese tiempo histórico, que
está ante unas de las páginas más demoledoras del
Chile de Pinochet, quien prohibió, quemó libros y mandó
a desaparecer a sus opositores. El augusto dictador interroga al cura
Ibacache sobre qué leía Allende y los dos últimos
presidentes constitucionalistas de Chile. Él mismo se responde:
revistitas, uno de ellos, historias de amor, noticias. Ninguno escribió
nada, agrega, mientras que él, sí escribió libros
de geopolítica, sin ayuda de nadie. Nocturno de Chile fue editado
el año 2000, Bolaño no alcanzó a conocer la historia
real del gran farsante, que con fondos fiscales acumuló 55 mil
libros en su inexpugnable y hoy denunciada biblioteca, que contiene
primeras ediciones del patrimonio bibliográfico nacional. Entre
las curiosidades y coincidencias literarias, cabe destacar que el personaje
y anfitriona de la casa del terror literario descrita en Nocturno
de Chile, escribió su propia historia en La larga noche,
un libro financiado y censurado posteriormente por la misma dictadura.
A Bolaño le gustaba el título de su obra en inglés:
By night in Chile, es como la noche de Chile. Con esta novela,
donde el bien y el mal se miran al espejo, abre una caja de Pandora
que nos lleva a estirar más la cuerda que las palabras escritas.
_______________________
Para
saber más
_________________________
DATOS DEL AUTOR:
Rolando Gabrielli (Santiago de Chile, 1947).
Estudió Periodismo en la Universidad de Chile. Ejerció
hasta el 11 de septiembre de 1973 en su país. Fue Corresponsal
Extranjero en Colombia y Panamá (1975-79). Funcionario Internacional,
experto en la industria bananera, encargado de estrategias para los
ocho países de la región miembros de la UPEB, Editor de
la publicación científico-técnica y económica,
con circulación en 56 países, columnista de la revista
alemana D+C (1979-89). Escribe para varios periódicos panameños
como Analista Internacional y trabaja en el programa de la Unión
Europea-PNUD, Tips On Line, mercadeo de oportunidades empresariales
vía Internet. Asesor en estrategias empresariales, editor de
Suplementos especializados, ha trabajado y lo hace actualmente en marketing.